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Martes 22 de junio de 2021 - Medellín, Colombia.

Me levanté a eso de las seis de la mañana, tenía la sesión de fotos a las nueve y no quedaba muy lejos de mi casa el lugar, me cambié, me dejé el cabello suelto, por lo que las ondas de este caían por mi espalda, me hidraté la cara, a las maquilladoras no les gustaba que uno llegara con maquillaje a las sesiones. Salí en mi carro, me despedí de mi papá y de doña Patricia, mi papá había salido de la casa antes que yo al trabajo, mis hermanos quedaron dormidos.

Llegué al lugar, estacioné y entré saludando al vigilante que me abrió la puerta. Personas iban y venían llevando muebles, lámparas, cámaras, otras modelos corrían de un lugar a otro, algunas ya estaban cambiadas.

—Isa —saludó la dueña —Bien pueda, ¿Cómo le va?

—Gina, muy bien ¿Y usted?

—En un corre corre para que todo esté listo a tiempo, venga le paso las cosas.

La acompañé hasta uno de los camerinos, la maquilladora todavía no estaba ahí.

—Lina ya viene, mire, esto es lo que va a usar usted —dijo entregandome varias prendas —y estos son los accesorios.

Puse las cosas en el tocador y detallé las prendas, habían vestidos, pantalones, blusas, enterizos, algunos tenían estampados. Los accesorios consistian en aretes grandes y varios collares.

—La dejo para que se cambie, cualquier cosa me avisa, nos vemos ahora.

Gina salió y aprovechando la ausencia de Lina, la maquilladora, me empecé a cambiar, en el espejo estaban los bocetos y el orden en el que me debía poner las cosas. Me cambié como se especificaba en el boceto y un momento después la puerta se abrió.

—¡Buenos días estrellita! —exclamó Lina entrando al camerino con una maleta de maquillaje. Sonreí al verla y me acerqué a saludarla con un beso en la mejilla —¿Lista?

Asentí y me señaló la silla para empezar a maquillarme.

—¿Si vió lo bonita que está la ropa?

—Hay una blusa manga larga que está divina —respondí mientras Lina me maquillaba.

—Y Gina también sacó unos vestidos así elegantes que mejor dicho, uno se pone eso y yo creo que lo ensucia.

—Esas bobadas.

—En serio, tienen una tela así que se ve de lo más refinada.

Luego de que Lina me maquillara y me arreglaran el cabello me tomaron las fotos, el tiempo se me pasó súper rápido, Gina estuvo presente y daba instrucciones para que resaltaran aspectos de las prendas y de los accesorios. Conocía a Gina hacía unos dos años y su talento en el campo de la moda era indiscutible, era una de mis diseñadoras preferidas. Cuando terminamos me dijo que tenía algo para mi, me entregó una bolsa de su marca, eran unos vestidos, uno de ellos era blanco por encima de las rodillas, con un escote en V, el otro era de tono azulado con algunas flores, largo con una apertura a un lado, tenía tiras cruzadas, eran apenas para mi viaje a Cartagena, y una nota —"La gran revolución de amarse a sí mismo" —se leía en la tarjeta. Agradecí su regalo y me despedí de ella. Algo que me encantaba de Gina era su sensibilidad con las personas que trabajaban con ella, nunca había obligado a alguien a modelar algo que no le causara comodidad, y eso era algo que las fotografías transmitían.

Fui por mi carro, cuando me entró una llamada, ví quién era y sonreí por inercia.

—Ya me preguntaba si es que se había olvidado de mí —dijo al otro lado de la línea una voz que conocía muy bien —¿Por qué tan perdida?

APRENDER A QUERERTE - Richard RiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora