- 21 -

222 18 0
                                    

Tú sonrisa y la mía se dijeron "te quiero"

Y brotaron las frases poco tradicionales

En una mujer libre y un hombre soltero

Y esa fue la noche más linda del mundo

Aunque nos durara tan solo un segundo.

—La Noche Más Linda, Adalberto Santiago.

Viernes 31 de diciembre de 2021 - Medellín, Colombia

—Pero la natilla es para todos —dije al ver que Leia y Daniel estaban acabando con la natilla de a pedazos pequeños.

—No se avispe y no le queda —respondió Leia.

Iba de un lado a otro por la cocina ayudando a doña Patricia con la comida, mi abuela Conny la estaba dando toda con la cena y tita preparaba buñuelos. Patico estaba concentrada cortando una piña para una ensalada dulce. Patico siempre estaba con nosotros en estas fechas a pesar de que desde hace años mis papás le daban estas fechas para que fuera a ver a su familia. Pero ella siempre rechazaba esas propuestas. La de cabello caramelo trabajaba con mi familia desde hacía veintiún años, ya la consideramos una de nosotros.

—Patico, ¿Por qué no se ha cambiado? —pregunté mientras que le espolvoreaba canela a la natilla.

Ella quitó la mirada de la tabla de picar. Y parpadeó varias veces, estaba en Patolandia.

—No mi niña, termino esto y me cambio, ya tengo todo acomodado, es nomás irme a vestir.

Llevaba una trenza francesa que le había hecho horas antes y un maquillaje suavecito, también de mi autoría.

—En mi pueblito a esta hora eso debe estar prendido ya —mencionó la mujer con algo de nostalgia —por ahí ví unas fotos que una sobrina publicó, se ve todo bonito.

—¿Habló con su tío? —ella asintió.

—De todas maneras ahorita a las doce vuelvo y lo llamo para desearle el feliz año. Anda por acá en Medallo —comentó con una sonrisa.

—¿Y entonces? ¿Por qué no está con él?

—No, mi Isa, él llega cansadito y allá en donde está quedandose esa señora que le arrendó no le deja meter gente.

—Tan chistosa, ¡Pues traigalo!

—No mi niña, ¿Cómo se le ocurre? Que pena con ustedes.

—¡Ay! ¿Pena de qué?

—Yo trayendo a alguien más, una boca más en casa ajena.

—Pato, por Dios, ni que nos desconocieramos, donde comen dos, comen tres.

—Pues yo le iba a decir a su papá, pero acá con sus abuelos, sus tíos que no demoran y llegan, me dio vergüenza.

Rodé los ojos y me burlé.

—Pues con más razón.

—No mi niña, deje así.

—No señora, me hace el favor y llama a su tío y le dice que venga, es más, ¿Él nos llega o lo vamos a buscar? Ya le digo a mi papá.

No la dejé ni responder porque fui a buscar a mi papá, estaba en la habitación de él. Toqué la puerta y esperé su respuesta.

—Pase —dijo él desde el interior de su habitación.

APRENDER A QUERERTE - Richard RiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora