Doce

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En su trabajo el día pasó rápido para Chris, pero no de muy buena manera, pues Minho ni siquiera lo miraba y cuando coincidían en el pasillo o cualquier otro lugar lo esquivaba como si no lo pudiera ver. Chan no sabía qué más hacer para remediar su amistad, una de las únicas opciones que veía era contarle la verdad, pero conociendo a Minho ni de loco haría eso; no quería ni imaginarse el escándalo que armaría si supiera la verdad, pero a la vez obviamente le dolía más que nada mentirle de esa manera, haciéndolo creer que estaba loco. No era lo correcto, pero era lo único que podía hacer.

Al salir del trabajo creyó que tendría paz, pues por ese día por fin podría terminar con la tención que existía ahí por su pelea con Minho. Se iba a proponer relajarse con su Seungminnie, iría a nadar con él para que todas esas preocupaciones fluyeran afuera de su cuerpo con el agua y le daría unos cuantos besos además de abrazos que sin duda lo calmarían y pondrían mucho más feliz... Pero a menos de medio camino, esas imágenes felices se transformaron a unas totalmente horribles, donde Seungmin le decía que lo odiaba para después irse y no volver jamás. La pequeña sonrisa que se le logró formar en la cara tan solo unos segundos antes desapareció de inmediato. Vaya que su mente siempre hacía eso en situaciones así, como si se estuviera autosaboteando sacando los temas que más lo preocupaban en el momento menos adecuado.

De pronto las palabras de Hyunjin no dejaban de resonar en su cabeza, golpeándolo con dureza como granizo.
A pesar de que no queria recaer mucho en la ansiedad de sobrepensar, Chris se sentia cada vez mas agobiado, pues sabia que el tiempo con Seungmin se le estaba agotando. Por más que quisiera las vacaciones no serian eternas, pero lo peor de todo no era eso, sino que él obviamente no vivia ahí. Chan estaba consciente de que seguramente se le rompería el corazón a Seungmin por ese hecho cosa que sin duda le partía el corazón a él, pero él sí lo merecía, porque era el único culpable, fue el más impulsivo y egoísta, no se detuvo ni un momento a pensar esa vez en la que Seungmin intentó irse y él lo detuvo; pudo haberlo dejado ir y aunque hubiera sido doloroso, claramente no lo habría sido tanto como ahora, porque con cada nuevo amanecer sentia que su amor por Seungmin se multiplicaba y al parecer al tritón le pasaba igual.
Por un momento pensó en irse a vivir al pueblo para estar de por vida con su amado tritón, jugando en el agua y pasando tiempo juntos cada que fueran noches de luna llena, sin embargo, el problema era que sabia bien que lo que Hyunjin le dijo era cierto, que tal vez para él lo mejor seria regresar a casa a estudiar lo que amaba, pero la decisión se volvia cada vez mas dificil de tomar conforme pasaban los dias. Tenía que actuar ya, para no permitir que ninguno saliera mas lastimado de lo que seguramente ya lo estarían.

Con todos esos horribles pensamientos en mente comenzó a llorar, sumamente preocupado y triste mientras caminaba hacia su hogar. Para colmo, la lluvia se soltó sobre él sin piedad, dejando su ropa empapada por completo casi al par de minutos... Se lo merecía.
Su cabello rubio rizado calló mojado hasta sus ojos nublando su visión, por lo que no vio que el nivel de la calle al siguiente paso era diferente, así que tropezó, cayendo sobre sus rodillas y manos las cuales se rasparon un poco al momento del impacto... Se lo merecía.
Por último, una bicicleta pasó a su lado justo encima de un charco, por lo que el agua sucia le salpicó un poco, ensuciando su ropa. Se lo merecía.

Sentía merecer lo peor, creía que tal vez por eso últimamente no dejaba de pasarle una desgracia tras otra, pero ya ni siquiera le iba a echar la culpa a su mala suerte como siempre lo hacía. Desde niño comenzó a atribuirle a la mala suerte todo lo que le pasaba, que si reprobaba en varios exámenes, que si se dislocó la rodilla, que si no entró a la preparatoria que quiso... Pero por más que le costara aceptarlo, pronto se dio cuenta de que más que mala suerte eran sus malas decisiones las que siempre le afectaban y su forma de ser impulsiva también contribuía mucho a eso.
Si reprobaba en los exámenes era por no ser lo suficientemente responsable como para estudiar o hacerlo con anticipación, si se dislocó la rodilla fue porque fue a jugar fútbol bajo la lluvia a pesar de que su madre le advirtió que sería peligroso, y si no entró a la preparatoria que quería fue por no haber visto ese tema con tiempo suficiente y no haber trabajado lo bastante duro para los exámenes finales, entre otras miles de cosas más que le habían pasado en lo poco que llevaba de existencia.
Sabía que tenía que cambiar, más bien madurar, no solo porque ya fuera un adulto, sino por su propio bien, si no quería batallar más en la vida.

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⏰ Última actualización: Aug 22 ⏰

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