𝐗𝐈𝐕

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⛓️ 𝘁𝗵𝗲 𝗳𝗲𝗮𝗿 𝗼𝗳 𝗯𝗲𝘁𝗿𝗮𝘆𝗮𝗹 𓍯

Los tacones estaban matando a Barty cuando llegó a casa. Sólo quería acostarse y esconderse del mundo exterior, sentirse protegida por su caballero de brillante armadura, es decir, su novio y olvidar lo que acababa de pasar en el Ministerio. Se quitó los tacones en la entrada y caminó descalza, hasta llegar a su habitación, donde se colocó ropa más cómoda.

—Barty, ¿ya estás en casa, amor? —preguntó Regulus, desde… ¿la sala? Intuía según el volumen de su voz.

—Sí, Reg —caminó hacia él, ya con su ropa de descanso.

—¿Qué te pasó ahí? —los ojos de Regulus, ágiles como los de un halcón, se posaron al instante en su mejilla, aún roja. Barty, avergonzada como no se había sentido en años, trató de cubrirla.

—N-No pasó nada, Reg —Barty ya había superado a su padre, o al menos eso era lo que le había dicho a su novio. Sin embargo, acabó agitada y triste, casi llorando frente al azabache mientras le contaba lo que sucedió en la oficina de su padre. —¿Estás enojado? —preguntó cuando terminó de contarle, notando su ceño fruncido.

—Sí, pero no contigo, sino con él. Lo voy a matar —dijo con tono serio, ese mismo tono de voz con el que hablaba en las reuniones de los mortífagos.

—Créeme que yo quisiera pero… ahorita no es lo mejor.

—Él te lastimó, amor…

—Lo sé pero ahorita hay que concentrarnos en esto… La Órden y el Señor Tenebroso… ¿Qué estás haciendo? —notó los libros y pergaminos que Regulus tenía abiertos sobre la mesa. El menor suspiró, pasándose la mano por sus rizos, despeinándose.

—Estoy investigando sobre los horrocruxes…

Barty se sentó a su lado, recargándose en su hombro, viendo las letras de un libro, cuando la mano de Regulus se posó en su cintura. Se quedaron ambos en silencio, disfrutando de la compañía del otro. Poco a poco se fueron cambiando de posición hasta terminar acostados y abrazados en el sofá.

Para Regulus, no necesitaba más luz que el cuerpo de Barty encima del sillón, estaban solos y nadie los estaba mirando. Barty sintió los dedos de Regulus recorrer su espalda.

—Lo hermosa que te verías en un corset, preciosa… —la voz de Regulus se le antojó grave y mordisqueó su labio inferior.

Se miraron a los ojos, empezando a perderse en la lujuria que los estaba invadiendo. Los ojos de Barty recorrían el rostro de su novio, detallando sus finas facciones. Empezó a dejar ligeros besos en el rostro del azabache, disfrutando de la sensación de su piel bajo sus belfos. Su mano empezó a acariciar su cuello con suavidad.

¡Crac!

Un golpe en la ventana los separó de golpe, volteando ambos a ver la interrupción de su momento íntimo. Una lechuza se encontraba en el borde de su ventana y Barty frunció el ceño.

—No te enojes, amor. Voy yo.

Regulus se levantó de inmediato y caminó hacia la ventana, la cual abrió y dejó pasar a la lechuza, quién llevaba un sobre en las patas. Regulus la reconoció como la lechuza de su hermano y dejó que ésta le diera unos picotazos amistosos, al tiempo que le quitaba el sobre.

—¿Qué dice? —preguntó Barty, tan pronto se sentó a su lado.

—Aún no la he abierto.

Barty se incorporó y se acomodó para poder estar atenta a lo que estaba leyendo su novio.

𝐓𝐇𝐄 𝐆𝐑𝐄𝐀𝐓 𝐖𝐀𝐑 | starkillerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora