𝐓𝐇𝐄 𝐆𝐑𝐄𝐀𝐓 𝐖𝐀𝐑 | starkiller

𝐗𝐈𝐗

⛓️𝘁𝗵𝗮𝘁 𝘄𝗮𝘀 𝘁𝗵𝗲 𝗻𝗶𝗴𝗵𝘁 𝗶 𝗻𝗲𝗮𝗿𝗹𝘆 𝗹𝗼𝘀𝘁 𝘆𝗼𝘂 𓍯

La oscuridad aún los amparaba como un manto enorme cuando salieron de la casa. Los tres caminaron hasta una zona apartada de Londres y con la magia de Kreacher, se fundieron en la oscuridad. Barty odiaba la sensación de aparecerse, había demasiada presión y no podía respirar bien. Pronto se hallaron en un paisaje gélido y oscuro, donde el aire olía bastante salado. ¿Era una costa?, se preguntó. Lo confirmó cuando escuchó el sonido de las olas. Por instinto, su mano buscó la de Regulus y una sonrisa se formó en su rostro cuando sintió que la mano del chico también lo había buscado. Se hallaban sobre un afloramiento de roca negra y a sus pies se extendía la espuma del mar.

La pareja y el elfo se voltearon, teniendo detrás de ellos un gran precipicio negro, de la misma roca sobre la que estaban apoyados, cuya pared revelaba que esas piedras se habían desprendido de ella. Era un paisaje inhóspito, deprimente y vacío, no había más nada entre la roca y el agua.

Kreacher los condujo hacia el mismo borde de la roca, donde había unos relieves, huecos irregulares que servían como apoyo y que permitían llegar a un lecho de rocas grandes y erosionadas, que estaban medio sumergidas en el agua y más cercanas a la pared del acantilado. Los dos sabían que era algo peligroso, por lo que sus manos ejercieron mayor agarre en la otra, a la par que sus rostros recibían el aire frío y salado en la cara.

—¡Lumos! —exclamó Regulus, sacando la varita. La luz brilló sobre la superficie del agua, Más abajo de donde el elfo se había detenido se podía anotar una fisura en la roca negra. Ninguno de los dos tenía inconveniencia en mojarse, por lo que se soltaron las manos y así, grácilmente saltaron al agua. Estaba muy fría, calaba hasta los huesos, pensaba Barty mientras daba largas brazadas, siguiendo al elfo y a su novio. Su ropa estaba inflada y empapada mientras respiraba el salitre de la brisa.

La fisura pronto dio paso a un oscuro túnel y la mente rápida de Barty sabía que ese espacio se llenaba de agua con la marea alta. Había aproximadamente un metro de distancia entre las viscosas que sólo eran iluminadas por la varita de su novio. Más adelante, el túnel se doblaba en una curva hacia la izquierda y se extendía hacia el interior del acantilado. Finalmente el trío tocó suelo firme, llegando a un oscuro recinto.

—¿Es aquí, Kreacher? —preguntó el joven Black, moviendo la varita en un hechizo que dejó secas sus ropas y los harapos que vestía el elfo.

—Sí, amo Regulus.

—¿Qué hizo el Señor Oscuro cuando te trajo aquí? —Kreacher colocó su mano en la áspera roca.

—El Señor Oscuro le extrajo sangre a Kreacher para abrir el pasaje —explicó y aquello provocó un gesto de enojo en el muchacho.

—¿Que hizo qué? —se levantó una de las mangas y observó el brazo con la marca, pensando. —Barty, creo que es necesario un sacrificio, ¿tienes una daga?

—¿Tengo cara de tener dagas? —suspiró y buscó en los bolsillos de su ropa. Le extendió una daga de plata. —Ten cuidado, Regulus.

El rubio cerró los ojos ante el profundo tajo que se hizo su pareja, logrando extraer la sangre que, como pago, exigía la pared. Un refulgente arco había aparecido en la pared y no desapareció, dejando paso hacia una latente oscuridad. El rubio encendió su varita, mientras su novio pasaba la varita sobre su herida, cerrándola al instante, pero dejando una clara cicatriz. Entraron y ante ellos se extendía un vasto panorama sobrecogedor: se hallaban al borde de un gran lago negro, tan vasto que no se alcanzaba a divisar las orillas opuestas, y situado dentro de una cueva tan alta que el techo tampoco llegaba a verse. Una luz verdosa y difusa brillaba a lo lejos, en lo que debía de ser el centro del lago, y se reflejaba en sus aguas, completamente quietas. Aquel resplandor verdoso y la luz de las dos varitas eran lo único que rompía la aterciopelada negrura. Por decirlo de alguna forma, se trataba de una oscuridad más densa que la habitual.