CAPITULO 1

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Trey

Ella era un verdadero misterio para mí, aunque siempre se mostraba como un libro abierto, siempre me pregunte qué era lo que pensaba, que pasaba por su mente cuando empezaba a mirar a la nada, que le ocurría cuando estaba desanimada algunos días. A veces intentaba hacerme amigo de ella para poder sacarme la duda de la cabeza, pero por alguna razón siempre era demasiado respondona y grosera. Una peculiaridad en su personalidad, sobre todo con aquellas que no eran tan cercanas a ella.

Intente jugarle algunas bromas para que se relajara un poco ante mi presencia, pero eso siempre la hacía molestar y por alguna razón se veía algo adorablemente terrorífica cuando se enojaba.

Pero siempre estaba sonriente cuando estaba rodeada de su círculo más cercano. Se incomodaba si personas con las que no se llevaba del todo bien se le acercaban, mostraba su lado defensivo, por alguna forma llamarlo y esa era otra razón por la que quería saber qué era lo que pasaba en su mente, ¿Qué la hacía actuar de esa forma?

Tal vez la miraba más de lo que debería y cuando ella lo notaba apartaba la mirada y sus mejillas se sonrojaban un poco. Era adorable.

-¿Qué ves? –Daven, mi mejor amigo acomodo su brazo encima de mi hombro.

-Pienso en la lección de hoy. –Hizo una mueca al instante.

-Creo que voy a reprobar. –Me reí y negué con la cabeza.

-Por algo eres mi mejor amigo, ¿crees que te dejare reprobar?

Le di una mirada a Emily, y empecé a enseñarle los temas de la lección a Daven. No eran tan difíciles, pero él nunca ponía atención por lo que en algunas ocasiones se perdía entre los temas. Ella era un poco parecida, pero con la diferencia de que muy pocas veces pedía ayuda y que siempre prefería aprender por sí sola, aunque no prestara siempre atención era buena en las materias.

<<Concentrate Trey>>

Libre mis pensamientos de ella y seguí enseñándole a Daven, a los pocos minutos entro la maestra y se podía decir que si le enseñe bien, al menos sacara más de cinco con algo de suerte.

La inteligente del salón fue la primera en entregar la lección, amiga de Emily. La segunda casi al instante fue ella, siempre terminaba primero y prefería esperar a que alguien más pasara antes que ella.

El tercero en salir del aula fui yo, la dos estaban conversando de algo que no escuchaba muy bien, aunque tengo la idea de que era un tanto delicado ya que Cecilia estaba llorando, no me quise entrometer por lo que mantuve mi distancia.

Emily estaba aconsejando a su amiga, se veía comprensiva, aunque también tenía cierto rastro de estar cansada. Mi atención se desvió cuando la pareja de Cecilia, Brenda, salió del salón y al instante ambas se alejaron a conversar. Emily puso los labios en línea y se quedó observando el lugar como si fuera la primera vez que lo viera.

Saque el ajedrez que tenía en mi asiento del salón y me acerque a ella en las escaleras en donde estaba. No tenía expresión alguna cuando me senté a su lado con una sonrisa.

-¿Juegas?

-No hace mucho. –Miro con una pequeña mueca el ajedrez.

-Seré compasivo contigo. –Sus ojos color caramelo me miraron por un segundo antes de asentir y tanto dudosa.

Se tardaba unos cuantos segundos en inspeccionar todo el tablero para saber cuál sería su próximo movimiento, no jugaba con estrategia, nunca lo hacía. Las pocas veces que la vi jugando solo se dejaba llevar por lo que el tiempo o la jugada la obligara a hacer. Normalmente diría que es muy tonto jugar sin ninguna estrategia ya que es más probable que pierdas primero, pero para mi sorpresa. Me gano.

-Jaque –Me miro con una sonrisa inocente y con los ojos como los de una niña, me quede sin habla.

-Hiciste trampa.

-Eres un mal perdedor.

-No lo soy, yo nunca pierdo a menos que hagas trampa.

-Okey, eres un pésimo perdedor.

-¿Cómo vas a poder ganarme sin estrategia? –Se alzó de hombros.

-La suerte me adora. –Sonrió un poco más mostrando a medias los hoyuelos en sus mejillas.

-Si claro. –Sonreí un poco.

-¿Qué hacen? –Gabriela, su mejor amiga se acercó a nosotros, ni siquiera note cuando habían salido algunos más del curso.

-Diciéndole que es un al jugador porque no acepta que yo gane. –Respondió mostrando esa sonrisa de niña pequeña de nuevo.

-¿Le ganaste a Trey en ajedrez? –Daven también se acercó a nosotros mientras guardábamos las piezas.

-No, le gane en voleibol. –Adoraba su sarcasmo.

-¿Pues qué clase de magia negra hiciste para ganarle?

-Ya era hora de que alguien le bajara el ego. –Se levantó y regreso al salón con Gabriela.

A los pocos segundos Daven y yo hicimos lo mismo, la maestra estaba calificando tareas de otro curso por lo que nos dejó la hora libre.

Ella siguió hablando tranquilamente con su grupo de amigas mientras yo me quede pasando en mi mente los movimientos de ella, no tenían un lineamiento, no tenían coherencia. ¿Cómo carajos me gano?

El cerebro se me iba a agotar si seguía pensando en eso, pero era en lo único en lo que pensaba y en la sonrisa inocente que hizo al ganar. Ella sabía que me iba a ganar, ¿sabía de antemano como jugaba yo?

Pasaron las horas y empecé a aceptar mi derrota a medias. Tocaba la ultima hora del día, ultima hora con la materia más tortuosa, educación física.

La maestra nos hizo quedarnos en short y camiseta ya que hacia un buen clima afuera, mientras guardaba las cosas en mi casillero las vi de nuevo. Las marcas de cortes en ambos brazos de ella, parecían ser profundas, pero no había señales de que hayan tenido que ser cosidas. Ese era otra razón por la cual la vida de ella se me hacía tan intrigante y misteriosa a la vez. Siempre se mostraba como alguien feliz, el alma de una niña en el cuerpo de una adolescente y por eso estaba tan obsesionado con saber qué demonios pasaba en su mente y en su vida, pero aunque me lo dijera no podría saber que decir o hacer para ayudarla.

La belleza de lo rotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora