CAPITULO 14

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Emily

Sabía que ir a esa fiesta era un gran error, pero tampoco había esperado todo lo que me había dicho, lo que me hizo recordar y me hizo volver a temer. No sabía si lo que me dijo seria verdad, pero sabía que su amenaza si se cumpliría si no intentaba alejarme, pero, aunque lo intente él fue el que me encontró en el puente.

Trey y su madre habían sido tan cariñosos y comprensivos conmigo a pesar de que no quise responder muchas de sus preguntas, fue de las pocas veces que sentía un amor materno tan extraño de otra madre que no fuera la mía y su comportamiento preocupado digno de una madre casi me sacaban lágrimas, pero logré retenerme.

No le dije a nadie lo que había pasado en esa fiesta y cuando mi hermana intento interrogarme solo le dije que había sido aburrido, no quería preocupar o que pensaran que solo estaba siendo exagerada.

Note el cambio de actitud en Trey al día siguiente y sabía que solo se debía a por tenerme lastima, no podía culparlo, si yo me encontrara con alguien llorando también me empezaría a preocupar por lastima, pero odiaba ser lamentada por alguien.

-Hola, ¿Cómo te fue hoy?

Mi madre y hermana estaban en la cocina, no había ningún solo rastro de mi padre en la casa, ni siquiera su auto y no quise molestarme en preguntar si ya podía hacerme una idea del en donde estaba.

-Bien. –Respondí sentándome.

-Su padre fue a trabajar horas extrañas. –Menciono mi madre sentándose junto a nosotras en la mesa.

-¿Otra vez? Había prometido llevarme a comprar mi auto. –Seguí comiendo mientras mi hermana se quejaba.

Mi padre era ausente pero presente, trabajaba mucho de vez en cuando, pero el estar siempre cansado o trabajando hizo que se perdiera bastantes eventos escolares de mis hermanas y de mí. Eso solía decepcionarme o entristecerme cuando era pequeña, pero con el tiempo empezó a darme igual. Eso fue lo que hizo que poco a poco empezara a alejarme de él.

-Lo sé, pero él tampoco es que pueda negarse a trabajar horas extras.

-¿Y mi otra hermana? –Cambie de tema.

-Se quedó en la casa de una amiga.

-¿A ella si le dejan? Cuando yo preguntaba a su edad siempre me decían que tenían que conocer a los padres de esas amigas antes. –Reproche.

-Solo se queda porque tiene que completar un proyecto.

-La miman demasiado. –Murmure.

-Si, que no se note el favoritismo. –Me apoyo mi hermana.

-Saben que no tengo favoritismo.

Su celular vibro anunciando un mensaje y se puso a verlo, mi hermana y yo solo nos quedamos viendo unos segundos antes de empezar a lavar y alzar los platos de la comida.

-Hay que limpiar bien, ya saben que su papá se estresa cuando ve la cocina sucia.

-Si, porque el es el que nunca levanta un solo dedo en la cocina.

-Pero ayuda proveer esta casa.

-Al igual que tú y aun así ayudas en la cocina.

Mi madre se quedó sin responder ya que siguió escribiendo en su celular, cuando terminé de hacer lo que me tocaba corrí a mi habitación cerrando con llave la puerta, me sentía cansada, pero no quería dormir. Saqué mis audífonos y tras poner algo de música empecé a hacer mis deberes.

Amo la música, siempre me da el desconecte de la realidad que necesito, dentro del sonido de mis audífonos dejo de pensar en todos los problemas que tengo en esta vida desde que nací y simplemente me convierto en una persona más que ama la música más que a todo en esta vida.

Y en busca de esa desconexión con la realidad siempre busco algo más que hacer, pintar, escribir, leer, escuchar música o ver películas y series de fantasía o romance, sé que debo afrontar la realidad tal y como es, pero cierta parte de mí solo se niega a esta realidad y busca otra en la que las cosas en mi vida sean completamente diferentes.

La belleza de lo rotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora