CAPITULO 6

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Trey

Al final Emily termino faltando dos días seguidos, aunque volvió todavía un poco enferma volvió con su locura normal, al menos era soportable ahora.

De regreso a la maldita hora de literatura intentamos seguir ordenando nuestras ideas para tener buena calificación, pero por más que intentaba actuar en mi mente aparecía que yo nunca me podría enamorar de esta loca y cada que pensaba en eso me desconcentraba.

-Está más que claro que estos no tienen química en el escenario, si no nos convencen a nosotros de que están enamorados, ¿Cómo convencerán a la maestra? –De nuevo la voz chillona de Pilar torturo mis oídos.

-Pilar, es solo una actuación de teatro escolar, no de un cine. –Tamara puso los ojos en blanco.

-Tal vez ya dimos mucho nuestros 15 minutos a esta obra, descansemos un poco.

Mateo al fin dijo algo que agrado a todos y nos sentamos en los asientos del teatro mientras veíamos a los demás seguir practicando. Algunos estaban hablando entre sí, pero la mayoría estaba en silencio.

-Bien, ¿Quién de aquí ha tomado? –La pregunta de Tamara tomo por sorpresa a todos y la miramos confundidos.

-Que pregunta más inteligente para romper el silencio. –Dijo Mateo.

-Yo, una vez me emborrache tanto que no recordaba cómo llegar a casa.

-Era de imaginar. –Murmuro una chica mirando mal a Pilar.

-Yo solo he tomado lo normal. –Mateo se acomodó en su asiento.

-¿Trey?

-Muy poco.

-¿Em?

-Esa cosa sabe horrible, no entiendo como a alguien le puede llegar a gustar. –Hizo una mueca de asco.

-Hay por favor, ¿De verdad no has tomado? –Pilar menciono con un tono de burla.

-No, qué asco, solo una vez probé y sabia horrible.

-Dicen que los que no toman es porque tienen un trauma con el alcohol. –Siguió Pilar.

-¿Enserio? Porque también dicen que los que toman mucho es porque intentan olvidar sus problemas. –Todos intentamos aguantar la risa ante el comentario de Emily.

Las cosas así me hacían admirar a Emily por ser buena defendiéndose, pero luego las cosas como el anterior día me hacían creer que solo era una niña mimada y malcriada. Luego simplemente mi mente le daba demasiadas vueltas al asunto y se contradecía a sí mismo para luego regañarme a mí mismo por pensar en ella.

A veces siento que las mujeres guardan más secretos que el mismo universo.

Cosa que antes tomaba como solo una teoría, pero al darme cuenta de que sabía más sobre cualquier materia menos sobre los datos de ella, empecé a creer que era más probable de lo que creía

Las clases terminaron en un parpadeo. Tome mi auto y me dirigí a casa, cuando pase por el parque del otro día me acorde de mi amigable charla con Emily y acepto que me molesto un poco su comportamiento, pero aún me seguía dando risa, era como si solo fuera otro berrinche de otra niña pequeña y cierta parte de su personalidad si la hacían ver como niña pequeña, aunque tuviera ya 16 años. Sabia como mantener su niña interior de una forma extraña.

Cuando llegue a casa lo primero que vi fue a mi mamá peleando por teléfono seguramente con mi papá, no hice mucho ruido ya que no quería que su atención se enfoque en mí y en silencio subí a mi habitación lo más rápido posible. Me recosté en mi cama mirando el techo, no era la primera vez que peleaban por teléfono, pero aun así no quería interrumpir ya que mi mamá decía que "Las peleas ayudan a mejorar la relación", aunque sus palabras parecían estúpidas decidí que lo mejor era no entrometerme más de lo que me dejaban.

Tras unos minutos en los que empecé a sacar mi tarea para poder hacerla, escuché dos golpes del otro lado de la puerta.

-Pase.

-No escuche cuando llegaste. –Dijo mi madre con voz serena.

-No quería molestar.

-Tu nunca podrías molestar. –Se sentó en el borde de mi cama palmando el lugar a su lado invitándome a hacer lo mismo, me senté junto a ella.

-No quería que me escucharas pelear.

-Está bien, hasta la persona más serena tiene que perder sus cables a veces. –Se rio.

-Tu padre no llegara temprano hoy del trabajo, ¿quieres pedir algo en especial?

-Pizza.

-Te la vives comiendo mal.

-Pero si eres tú la que me está preguntando que quiero. –Sonreí queriendo reír.

-Esperaba que pidieras algo más sano.

-Mhm, ¿lasaña?

-Está mejor, estaré trabajando en la sala por si necesitas algo.

Dejo un beso en mi frente y se levantó para irse, sonreí hasta que ella se fue. Mi mamá siempre había sido una buena persona con todos y muy pocas veces la veía perder la paciencia, lástima que se tuvo que casar con la única persona que la hacía perder la paciencia.

Aunque no odiaba como tal a mi papá, si odiaba algunas veces su comportamiento con mi mamá. Pero también tenía su lado bueno ya que cuando pasaba más tiempo en casa empezaba a hacer algunas bromas tontas que hacían que por un momento todo lo malo que había pasado durante el día desaparecieran. Esos momentos podrán no ser una costumbre como tal, pero eso era lo que hacía que los momentos así se llegaran a apreciar aun más.

La belleza de lo rotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora