Lyara Solariss, la última sobreviviente de un mundo destruido, llega a la Tierra buscando refugio. Con habilidades cósmicas que la hacen temida y admirada, debe enfrentarse a un pasado doloroso y un futuro incierto, mientras se forja un inesperado v...
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Capítulo 4: Primer Contacto
El sonido de botas resonando en el frío suelo de concreto se escuchaba por el pasillo, acompañando el crujido metálico de la puerta blindada que se abría lentamente. Las luces fluorescentes del laboratorio militar parpadearon un par de veces antes de encenderse por completo, revelando el rostro pétreo del general Ryūjin, un veterano curtido por años de servicio en el ejército japonés. Su mirada, dura como el acero, se clavaba en la figura sentada al final de la sala: Lyara.
Lyara, con la cabeza ligeramente inclinada hacia adelante, se encontraba sentada en una simple silla de metal, con sus manos esposadas con grilletes de un material especial que los científicos habían desarrollado para contener su energía. Su cabello plateado, ahora suelto, caía en cascada alrededor de su rostro, enmarcando unos ojos que destellaban con desconfianza. A su lado, Gorou, su fiel lobo guardián, mantenía una postura defensiva, con sus ojos fijos en el general, listo para atacar si notaba el más mínimo peligro.
El general Ryūjin no era un hombre que se dejara intimidar fácilmente. Había visto y enfrentado cosas que la mayoría de los hombres no podrían imaginar, y había aprendido a reconocer una amenaza cuando la veía. Y en ese momento, ante él, estaba lo que él consideraba una de las mayores amenazas que jamás había enfrentado: un ser alienígena cuya procedencia y lealtades eran completamente desconocidas. Para él, Lyara no era más que una variable incontrolable en una ecuación que podría desestabilizar no solo a Japón, sino al mundo entero.
—Nombre —dijo el general con voz autoritaria, sin molestarse en hacer un saludo o mostrar cortesía. Su tono era frío, distante, y carecía de cualquier matiz de empatía.
Lyara lo miró a los ojos, y por un instante, el general sintió como si una chispa de energía recorriera la sala, un recordatorio de lo que esta joven alienígena era capaz. Pero ella no respondió de inmediato. Se tomó un momento para estudiar al hombre que tenía delante, su postura rígida, su expresión dura, y sobre todo, la falta de compasión en su mirada. Este no era un hombre al que podría ganarse con palabras o actos de bondad. Él ya la había condenado.
—Lyara Solariss —respondió finalmente, su voz baja pero firme. No había rastro de debilidad en su tono, a pesar de la fatiga evidente en su rostro. Estaba decidida a no mostrar miedo ante este hombre.
El general asintió brevemente, como si la respuesta fuera simplemente un formalismo necesario para continuar con su interrogatorio. Dio un paso más cerca de Lyara, dejando que la distancia entre ambos se redujera, como una táctica para intimidarla.
—¿De dónde vienes, Lyara Solariss? —preguntó, su voz adoptando un tono ligeramente condescendiente, como si hablara con un prisionero que ya había sido declarado culpable. —¿Y cuál es tu propósito en la Tierra?
Lyara apretó los labios, sintiendo un nudo de ira formarse en su estómago. Sabía que el general no estaba interesado en su historia, en el sufrimiento de su gente, o en el horror que Thraxaks había traído a su mundo. Para él, ella era una amenaza potencial que debía ser contenida o eliminada.
