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Capítulo 10:
Fragmentos del Pasado

La noche había caído sobre la casa, envolviéndola en una oscuridad tranquila. Sin embargo, dentro de la mente de Lyara, esa paz era un espejismo. En su habitación, rodeada por las sombras que apenas eran interrumpidas por la tenue luz de la luna que se filtraba por la ventana, sus sueños la llevaban a lugares que preferiría olvidar.

Lyara se agitaba en su sueño, atrapada en una pesadilla que la llevaba de regreso a los momentos más oscuros de su vida. Las imágenes eran vívidas, casi palpables. Vio su planeta, Elyssia Prime, como era antes: un mundo brillante y lleno de vida, donde la tecnología y la naturaleza coexistían en perfecta armonía. Recordó los festivales bajo las luces danzantes, la música resonando a través de las plazas, y el aire perfumado con flores de su tierra natal. Pero esos recuerdos se desvanecieron rápidamente, reemplazados por las imágenes del caos y la destrucción. Los cielos se oscurecieron, las ciudades flotantes se desplomaron, y el grito desesperado de su gente resonó en su mente.

—¡No! —gritó en su sueño, reviviendo el horror de ver a sus padres sacrificarse por ella, de ver a Zarek por última vez, luchando hasta el final. Su cuerpo se tensó, y una energía oscura comenzó a irradiar de su piel, llenando la habitación con una ligera vibración.

En la otra habitación, Hawks, que no había dormido, notó el cambio en el ambiente. Algo estaba mal. Se levantó rápidamente y fue hasta la habitación de Lyara. Al abrir la puerta, vio cómo la energía oscura envolvía la habitación como un manto pesado, sus ojos se fijaron en Lyara, que se retorcía entre las sábanas, atrapada en su pesadilla.

—Lyara... —susurró Hawks, acercándose lentamente. —Despierta... Estás a salvo.

Pero su voz no la alcanzó. La energía se intensificó, haciendo que las paredes parecieran vibrar. Sin perder tiempo, Hawks se sentó a su lado, intentando romper la barrera de su pesadilla. Con un movimiento rápido, colocó una mano sobre la suya, intentando calmar la tormenta dentro de ella.

—Lyara, estoy aquí, —dijo con más firmeza, aunque su tono seguía siendo suave. Su toque y su voz finalmente lograron penetrar el muro que la mantenía atrapada en su propio infierno personal. Los ojos de Lyara se abrieron de golpe, llenos de terror y confusión. La energía oscura se disipó de inmediato, dejando la habitación en silencio.

—¿Hawks? —murmuró, su voz temblorosa. Estaba desorientada, tratando de distinguir la realidad de la pesadilla que acababa de experimentar.

—Sí, soy yo —respondió él, apretando suavemente su mano para recordarle que estaba allí, que estaba a salvo. —Fue solo una pesadilla. Estás a salvo.

Lyara intentó controlar su respiración, pero el miedo seguía apretando su pecho como una garra.

—No... no fue solo una pesadilla —dijo con un susurro lleno de dolor. —Es lo que viví, es lo que... lo que no pude detener.

Hawks la observó en silencio por un momento, dándole el espacio que necesitaba para procesar lo que acababa de revivir. Sabía que este era un punto crucial para ella, un momento en el que podía decidir abrirse o seguir manteniendo sus paredes en pie.

—Hablar sobre ello podría ayudarte —sugirió con suavidad, sin querer presionarla, pero al mismo tiempo, queriendo que supiera que él estaba allí para escucharla, para ayudarla a cargar con esa carga.

Lyara miró a Hawks, sus ojos llenos de una tristeza que parecía no tener fin. Había mantenido esos recuerdos enterrados, pero sabía que enfrentarlos era la única forma de seguir adelante. Con un suspiro profundo, comenzó a hablar.

—Elyssia Prime era un lugar hermoso, Hawks. Un mundo donde la luz y la oscuridad coexistían en armonía. Mi madre, Selene, era una de las mentes más brillantes de nuestro planeta. Ella veía el universo como un enorme enigma, uno que estaba decidida a resolver. Me enseñó a nunca dejar de buscar respuestas, a nunca conformarme con lo que ya sabía. Mi padre, Auron, era su opuesto en algunos aspectos, pero compartían la misma fuerza de espíritu. Era un guerrero, un líder de nuestra gente, pero más que eso, era mi guía. Me enseñó a pelear, pero también me enseñó que la verdadera fuerza no estaba en nuestros poderes, sino en nuestra voluntad de proteger a los demás.

The Exilled Hero | Keigo TakamiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora