Lyara Solariss, la última sobreviviente de un mundo destruido, llega a la Tierra buscando refugio. Con habilidades cósmicas que la hacen temida y admirada, debe enfrentarse a un pasado doloroso y un futuro incierto, mientras se forja un inesperado v...
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Capítulo 5: Bajo la Protección de Hawks
El sol se estaba despidiendo, sumergiendo la ciudad en tonos cálidos de naranja y dorado, cuando Hawks condujo a Lyara hacia el norte, alejándose del bullicio hacia un refugio cuidadosamente elegido. Mientras avanzaban, la transformación del paisaje era evidente: las calles abarrotadas daban paso a caminos más estrechos, rodeados por un bosque frondoso que parecía desbordar de vida a medida que la luz del día se desvanecía.
Finalmente, llegaron a una casa escondida entre los árboles, donde los susurros de la naturaleza remplazaban el constante murmullo de la ciudad. Era una estructura moderna, de líneas limpias y grandes ventanales que permitían una vista panorámica del entorno. Las paredes de cristal reflejaban los últimos destellos del sol poniente, dando la sensación de que la casa se fusionaba con el bosque circundante.
Gorou, el leal lobo guardián de Lyara, fue el primero en salir del vehículo. Su porte era elegante, pero cada paso que daba era cauteloso, como si estuviera evaluando este nuevo territorio. Con su hocico al aire, olfateaba profundamente, captando los aromas frescos de pino y tierra húmeda. Sus orejas estaban atentas, capturando los crujidos de las ramas, el susurro del viento y el lejano canto de un búho. Era un entorno desconocido, y Gorou, como siempre, estaba preparado para proteger.
—Gorou, mantente cerca —expresó Solariss.
Lyara bajó del vehículo poco después, sus movimientos eran lentos y deliberados. Sus ojos, aunque impresionados por la belleza del lugar, seguían reflejando una profunda cautela. Observó cómo la luz del crepúsculo se filtraba a través de las hojas, creando sombras danzantes que le recordaban a los campos luminosos de Elyssia Prime. Pero, a diferencia de su hogar, este lugar no le ofrecía consuelo; era extraño y ajeno, un recordatorio constante de todo lo que había perdido.
Hawks se mantuvo a una distancia respetuosa, observándola desde la terraza. Notaba cómo la postura de Lyara, inicialmente rígida y tensa, comenzaba a suavizarse, aunque solo un poco. Estaba claro que la serenidad del lugar tenía un efecto sobre ella, pero también era evidente que la desconfianza y el dolor seguían siendo una barrera entre ellos.
—Es un lugar tranquilo —dijo Hawks con voz suave, rompiendo el silencio con cuidado. —Pensé que aquí podrías encontrar algo de paz... aunque sé que no es fácil.
Lyara giró la cabeza hacia él, sus ojos rojos observándolo con una mezcla de curiosidad y desconfianza.
—Es pacífico —admitió, su voz apenas un susurro, como si las palabras le costaran. —Pero la paz... la paz no es suficiente.
Hawks asintió lentamente, comprendiendo la magnitud de sus palabras.
—No, no lo es —respondió, su tono lleno de empatía. —Pero es un comienzo. Y aquí, al menos, estarás a salvo. Nadie puede alcanzarte en este lugar, Lyara. Yo te protegeré.
