Cap 8

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Belen.

Es hermoso despertar con mensajes de Paty, como ésta mañana, pero lo es aún más saber que voy a volver a verla todo el día aunque eso hice ayer.

Me levanto de la cama de un salto, completamente energizada por saber que ella está en la habitación de al lado, y que debo pasar por ella para volver a enfrascarnos en nuestro viaje. Me emociona ver el paisaje de ella concentrada al conducir, o tarareando alguna canción, riendo o simplemente mirándome de reojo. Es majestual.

Me doy un baño bastante rápido, y quiero pensar que el atuendo de jeans y sudadera que ahora llevo, combina de algún modo con cualquiera que sea la opción de outfit para hoy de mi bella pelinegra. Suspiro de imaginarme que nuevamente lleva jeans despreocupados y esa chaqueta de cuero que la hace ver increíblemente sexy.

Ni siquiera la he visto, y heme aquí frente al espejo sonriendo como tonta de solo estar pensado en la ropa que decidirá llevar ésta mañana.

Me acomodo un poco el cabello, guardo mis cosas dentro de la maleta y considero que treinta minutos son más que prudentes para ir a su habitación para ver si está lista. Toco a la puerta pero no responde, pego mi oído a la superficie de madera y lo único que puedo escuchar es el repiqueteo de las gotas de agua que caen sobre las baldosas del baño, seguramente me apresuré demasiado para venir, con las ansias de volver a verla. Joder.

Pienso en escabullirme de inmediato de regreso a mi habitación y fingir que quien se ha retrasado soy yo, pero mi mente me juega malas pasadas pensando que ella quizá escuchó que toqué, pero no sabe que fui yo quien lo hizo, así que seguramente debe estar aguzando el oído para ver si la llamo y toco a la puerta de nuevo. Y si eso es así, seguramente será muy estúpido de mi parte irme y quedaré en ridículo frente a ella por intentar fingir que no tengo ansiedad por verla. Los enredos de mi mente le ganan a todo lo racional, así que toco de nuevo a la puerta con una mano temblorosa y al mismo tiempo la llamo.

Maldita sea. Me dice que entre y que está en la ducha.

¿A caso no sabe que mi cerebro puede hacer un cortocircuito solo de imaginármela toda mojada y desnuda bajo el chorro de la regadera? Al parecer no.

Abro la puerta un poco, pero insisto en que puedo esperar afuera, parece que la habitación está demasiado cálida y siento que en cuestión de segundos comenzaré a sudar.

Por si eso fuera poco, Paty me pide que le lleve una blusa. A ella desnuda. Dentro del espacio reducido del baño. Joder.

Por supuesto que no puedo negarme, y embobada por la ropa de su maleta, me deshago observando los camisones sexys de dormir que tiene bien doblados dentro. Los acaricio con dedos deseosos de sentir lo que cada noche toca su piel, y me imagino lo bien que debe sentirse acariciar la tela posada en sus curvas. Mierda. La boca se me hace agua y trato de reprimir esos malditos pensamientos calientes, pero no por mucho, porque a penas me decido a volver a doblar uno de sus camisones y colocarlo con cuidado en la cama para seguir buscando, veo que unas cuantas bragas de encaje están llamándome a verlas. ¿Desde cuándo soy tan pervertida? Tomo unas de color rojo y las observo. Son pequeñas, pero seguro ella debe lucir increíble con ellas puestas, pero mejor aún sin ellas. Doble mierda.

Paso saliva y tras ver unas cuantas bragas más, veo la blusa que me ha pedido, parece que después de todo, si tendré una Paty en jeans. Acerco su blusa a mi nariz y aspiro muy hondo el aroma a ella. Cierro los ojos por un instante y me imagino que está aquí, abrazándome. Para cuando voy a acomodar de nuevo sus cosas dentro de la maleta, algo plateado en el fondo llama mi atención, así que sin más, muevo una mascada de encima y me encuentro con un pequeño revólver que a penas veo, lo tomo en mis manos y...

Amor Inesperado🪐Donde viven las historias. Descúbrelo ahora