CAPITULO 3

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Mis ojos me pesan pero aún así me esfuerzo por abrirlos, la luz del sol entra por la ventana, me incorporo en la cama mientras froto mis ojos con el dorso de mi mano.

Despues de bañarme y arreglarme me dispongo a salir de la casa lo más cautelosa posible,siendo las nueve de la mañana el ya no se encuentra en la casa, tomo las llaves de mi auto y me dirijo al mercado más cercano comienzo a tomar cereales barras de fibra y todo lo que pueda tener dentro de la habitación para evitar verle.

Y pensándolo detenidamente ni siquiera sé cuánto tiempo planea quedarse en la cabaña, imagino que será en el tiempo que logra encontrar a esa persona.

Estoy a punto de subir al auto cuando pasa un hombre dándome de lado izquierdo provocando que mis bolsas caigan al suelo y por un momento no lo veo bien me enderezó para evitar caer y lo veo y sus facciones me parecen demasiado familiares.

- disculpa preciosa ¿estás bien?- me lo dice sonriendo mientras se me acerca.

- estoy bien, no pasa nada - le hago señal de alto con la mano para evitar que se agache - yo puedo sola gracias -  me toma la mano y hacemos contacto visual sus ojos son negros totalmente.

- sería muy poco caballeroso de mi parte dejarte levantarlas a ti sola, solo dime dónde deseas que las ponga - me mira mientras levanta mis bolsas.

- en,,, en la cajuela por favor - estoy tratando de recordar de dónde lo he visto pero no lo logro.

- espero que mi belleza no te haya gustado porque no soy un chico fácil - me lo dice de forma tan natural que me gana la risa.

- espero que no pienses que soy igual que todas a las que se lo dices - se lo digo tomando mis llaves para abrir mi puerta.

- me ofende que pienses que soy un casanova, es mi primer intento de avance y al parecer funcionó - se lleva su mano hasta su rostro y desvía su cara quedando de perfil pero logro ver el rubor en sus orejas.

- bueno don Juan, estás cerca, quizás si sigues intentando alguna puede caer redondita - me subo al auto y lo enciendo pero antes de irme me detiene.

- y si quiero que tú caigas, me darías tu número para una primera cita, si no te gusta prometo no seguir insistiendo - me gana su sonrisa de nervios y termino dándole mi número.

En qué se supone que estaba pensando, lo primero que me dice Isabel y ahí voy como gordo en tobogán hablando con extraños.

Pero no voy a mentir era muy bien parecido, era alto y de complexión delgada pero fornido, su cabello castaño tenía destellos rojizos en el sol y sus ojos negros pareces dos agujeros negros antes de engullir.

Despues de eso regreso a la posada, en el camino de regreso paso por un parque y lo veo ahí sentado atento a su laptop, estacionó el carro a una distancia segura para verlo un poco más.

Aclaro que no lo estoy acosando simplemente me aseguro de que no sea un diller o algo parecido.

Llevo media hora observándolo y no hace ningún movimiento extraño solo pasa de llamadas a su laptop, de pronto veo como levanta la vista y comienza a observar su entorno, mi corazón da un vuelvo y al pensar que me puede ver y me agachó lo más profundo posible en el asiento.

Despues de considerarlo un rato llego a la conclusión de que si actuó normal si me llegará a ver no pasaría nada, me enderezó y vuelvo a mirar en su dirección pero oh sorpresa ya no está ahí, cuando me dispongo a regresar a la cabaña la puerta del copiloto se abre y alguien se sienta.

- creí a verte advertido que no me molestaras - se escucha molesto.

- no he hecho nada yo solo estaba regresando a la cabaña, no sabía que estabas aquí - le digo mientras me encojo de hombros y actúo desinteresada.

FUEGO Y ESPEJOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora