Arcos Perdidos, 1040 aps (Escala de presión abisal)
Subir las escaleras se convierte en un suplicio cuando apenas hemos alcanzado el vigésimo segundo piso de los casi cincuenta que parecen componer esta columna.
Las caras de mis compañeros están descompuestas, con la tez amarillenta adornada por ojeras violáceas y quejidos que no pueden acallar porque la sensación al ascender es la misma que si estuviésemos siendo aplastados lentamente bajo la terrorífica altura que se cierne sobre nosotros. Nuestros pulmones están tan comprimidos que a veces la respiración suena al silbido previo al ahogamiento. Es el mismo sonido que exhalaban los futuros guerreros durante la formación, cuando los derribaba y les aplastaba las costillas con un pie para obligarlos a rendirse a mi victoria.
Aquí no hay enemigo al que derribar.
Somos nosotros luchando contra la voluntad de nuestra propia mente en cada paso que avanzamos. Hay una serie de reglas simples que debemos recordar: no hacer ruidos que alerten a las Merogaviolas, mantenernos hidratados y ascender lo más despacio posible para que nuestros órganos no colapsen a causa de la presión abisal. Lo segundo empieza a ser preocupante conforme las cantimploras se van vaciando. A Tyropher ya no le queda otra que sacudir la suya para verterse en la lengua unas míseras gotas de agua.
El plan era detenernos en la cumbre a descansar, antes del anochecer, pero a este paso será imposible. Una violenta ráfaga de viento zarandea el mobiliario de la vigésima tercera planta, donde estamos esperando a la otra mitad de la tropa. Mei y Thago dan un respingo por el estruendo, pero conservan la calma con el terror plasmado en sus ojos abiertos. Sin embargo, Kirsi, presa del pánico, sube las pocas escaleras que nos separan de varias zancadas y, en cuanto llega al pasillo de esta planta, cae de bruces. Un pitido le escala la garganta al intentar respirar. Aunque Nadine corre a tranquilizarla acariciándole la espalda y la corta melena rubia, todos retrocedemos, aterrados por la escena, cuando la tos histérica de Kirsi empieza a salpicar de sangre el suelo. Nuestra compañera está agonizando en nuestras narices y no podemos hacer nada por ayudarla.
Así es el abismo.
Aprieto los dientes, impotente a pesar de que no he creado ningún vínculo con esta chica, y rezo en silencio por su vida como si eso pudiese ayudarla a sobrevivir en el propio infierno. Vera saca su cantimplora de agua, con apenas dos tragos, y se lo tiende a Nadine, que enseguida le eleva el mentón a Kirsi para obligarla a beber y le cierra la boca por si la tos pudiese hacer que la expulse.
—Tekhalt, tekhalt, tekhalt —le repite en kheltza.
«Vive, vive, vive».
Kirsi cierra los ojos con fuerza, concentrándose en la voz de Nadine y parece que poco a poco el pitido de asfixia va aminorando. No es hasta que se yergue cogida de su mano que nos cercioramos de que ha resistido a la crisis y no ha sufrido el colapso que nos temíamos.
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©Piel de Cuervo ROMANTASY (PDC) (COMPLETA)
Fantasy🖤PREMIO MEJOR HISTORIA EDITORIAL SUBMARINO🖤 Trece chicos y chicas están a punto de participar en una expedición rumbo a las profundidades malditas del Abismo. Solo hay un objetivo: cosechar la Flor de Umbra para el Príncipe Cuervo. O eso es lo que...