41. Todos son el enemigo en la historia de alguien más

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Bosque de los Anhelos, 1687 aps (Escala de presión abisal)

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Bosque de los Anhelos, 1687 aps (Escala de presión abisal)

No la he visto venir.

En las formaciones de guerrera para la muralla nos enseñan que es mejor derribar a cualquier blanco que suponga un peligro, que amenace nuestra libertad de movimiento y posición de ataque antes de que una mísera duda pueda significar la muerte. Que nuestro campo de visión y alerta no debe reducirse a una sola dirección, sino a todo cuanto nos rodea.

He cometido un error.

El error de estar demasiado ocupada concentrándome en los posibles enemigos que podían estar persiguiéndonos a nuestras espaldas y en el puente de salida del bosque que había delante de nosotros. La desesperación por huir, puesto que no puedo contar con mi brazo izquierdo, me ha jugado una mala pasada.

Kalya me tiene acorralada entre el árbol y su férrea mirada, inyectada en sangre debido al llanto. Tras ella, reunidos en el lugar del que Kalya ha salido como una bestia a mi encuentro, mis compañeros aguardan expectantes, con los semblantes uniformemente tensos y escuálidos a causa de la retorcida ansiedad que genera este nivel del abismo.

—¿Has sido tú? —ruge Kalya frunciendo los labios secos—. ¿Mataste tú a mi prima?

Compruebo rápido que Nevan y Vera estén bien. Me hacen señas de negación con un disimulo exagerado, como si me estuviesen suplicando en silencio que no me atreva a resistirme porque ya saben lo que ocurrirá. No falta nadie, aunque Kirsi resalta por encima del resto por su tez mortecina y Nadine tiene un moratón violáceo desde el ojo hasta la barbilla, donde Dhonos le propinó el codazo para salir corriendo tras Mei.

No acudo a Kowl en busca de la ayuda que me prometió, sino que encaro a la Guardiana.

—No —respondo, y soporto la arcada que me producen sus puños apretados en mi garganta.

—¡No me mientas! —chilla, alterada.

—No he sido yo.

Aunque me esfuerzo por mantener la calma, estoy furiosa y temerosa a partes iguales, porque nunca he consentido que un enemigo me ponga una mano encima de esta manera y porque conozco la sensación que le hierve a Kalya por el cuerpo ahora mismo. De todos modos, tampoco es como si hubiese podido evitar el enfrentamiento; sabía que llegaría este momento de ser los últimos en reagruparnos.

—Su cadáver tenía marcas de haber forcejeado y heridas de armas blancas —dice mientras me examina la ropa de una ojeada por si algún indicio me delata y los ojos se le inundan de un dolor que conozco a la perfección—. Entre ellas, heridas de daga. Dame una razón para creerte y no matarte aquí mismo, por favor —masculla con el tono resquebrajado por la rabia.

No contesto. No tengo la poca decencia de decirle a la cara que mis dagas están limpias de la sangre de su prima y que no sé quién le asestó el último golpe.

©Piel de Cuervo ROMANTASY (PDC) (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora