38. Eostrus telem kheris thekar

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Bosque de los Anhelos, 1472 aps (Escala de presión abisal)

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Bosque de los Anhelos, 1472 aps (Escala de presión abisal)

La brisa cálida del bosque juega con mi melena oscura mientras me quito la capa a orillas del lago. La coloco sobre una roca con cuidado de no mojarla y, sobre ella, el bolso de cuero atado a mi cintura. La camisa sucia la arrojo al suelo. Después, me desabrocho el pantalón, dejando que la tela se deslice por mis piernas magulladas, y lo doblo encima de los únicos enseres personales que tengo conmigo.

Me volteo un segundo para cerciorarme de que Kowl no está mirando y, cuando confirmo que no le interesa lo más mínimo mi desnudez porque está centrado en afilar la espada con la que remató a Mei, me quito la ropa interior, y me adentro en el lago que se extiende ante mí. El suave tacto del musgo a mis pies me desliza al centro de la masa de agua. Por suerte, el triángulo de Kowl en mi brazo me permite nadar sin encogerme de dolor. Sumerjo la cabeza y me escurro la melena empapada hacia atrás con los dedos.

El perfume de las flores silvestres que crecen cerca de la orilla mezclado al aroma que emana el agua me arranca un gemido de placer. Tras todos estos días sobreviviendo a la escasez de agua, poder darme un baño se siente como cumplir una fantasía. Me zambullo y nado hasta el borde, deleitándome de uno de los pocos momentos de paz que he experimentado dentro del abismo, pero cerrar los ojos cuando estoy a solas no me ayuda a alejar de mi mente las imágenes de Mei agonizando o las de esa Orna de hace un rato.

Me atormenta suponer que, de estar viva, esos serían sus verdaderos pensamientos.

Flexiono un brazo al borde de la zona profunda del lago y descanso la barbilla sobre él, contemplando a Kowl, que se ha sentado con la espalda recostada contra el árbol que le proporciona sombra, junto a mi corsé armado de dagas y el carcaj con flechas. Repaso su medio cuerpo desnudo, no tiene cicatrices ni marcas de combates anteriores, aunque tengo entendido que los alquimistas de Khorvheim son capaces de borrar heridas superficiales. El pellizco en mi estómago se acrecienta al subir la mirada a su rostro y encontrarme con la suya.

—¿Eres una pervertida? —vocifera arqueando una ceja.

—¿No crees que eso debería preguntártelo yo? —inquiero hundiéndome en el agua hasta el cuello—. Es de mala educación espiar a chicas que están bañándose desnudas en un lago.

—Lo dices como si fuese la primera vez que te veo desnuda.

De repente, un leve rubor le trepa a las mejillas, aunque las mías se incendian con más furor por otras razones. No porque me hubiese visto desnuda en aquel lago cercano a la Escuela de Cuervos, sino porque acaba de admitir que ese momento sucedió. Que era él y no otra persona como me había hecho creer.

—¿Qué?

—Eres un mentiroso —lo acuso, indignada.

—Solo quería mantener las distancias con la loca del bosque —dice entre risas y juro que cuanto más sonríe, más desgraciadamente guapo me resulta.

©Piel de Cuervo ROMANTASY (PDC) (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora