02. llamada

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Llamar a tu ex es la peor decisión que puede tomar uno borracho. ¿Verdad?

Martin lo sabía, lo había escuchado de sus amigos, leído en mil artículos, incluso se lo había dicho a sí mismo en innumerables ocasiones. Pero esa noche, con el sabor del tequila aún en la boca y la música de la discoteca resonando en sus oídos, todas esas advertencias se desvanecieron.

"¿Martin? ¿Qué quieres?" Preguntó el chico, su tono cargado de sorpresa y confusión.

Ahí estaba, ese acento maño que tanto había extrañado. Esa voz que tanto le relajaba y tanto amaba escuchar. Era como un bálsamo para sus heridas, una melodía que había aprendido a amar desde el primer momento. A pesar del tiempo y la distancia, la voz de aquel chico seguía siendo un refugio, un lugar seguro donde podía encontrar consuelo. Pero en esa noche cargada de alcohol y emociones a flor de piel, la voz que solía calmarlo ahora lo hacía temblar de una mezcla de nostalgia y dolor.

"Eh, ¿Juanjo?" Dijo con dificultad, como si no supiera que esa voz pertenecía a la persona que más extrañaba en el mundo.

"¿Has bebido?" Su tono de voz indicaba molestia, como si fuera la llamada fuera una broma pesada.

El aragonés, conociendo a Martin tan bien como lo hacía, no necesitó más para comprender su estado. Habían compartido tantas noches juntos, habían visto tantas facetas del otro, que incluso la más pequeña alteración en su tono era perceptible.

El vasco rió amargamente. "Sí, un poco." Se tambaleó. "Pero eso no importa. Necesito hablar contigo. Necesito entender..."

Juanjo suspiró. "Martin, es tarde. No podemos hablar de esto ahora."

"¿Por qué no?" El bilbaíno se tambaleó un poco, apoyándose contra una farola para mantenerse en pie. "Siempre es 'no podemos hablar de esto ahora'. Nunca pudimos hablar de nada. Todo se quedó en el aire. ¡Todo!"

Las palabras salían de su boca arrastradas, cada sílaba parecía pesar toneladas. El alcohol hacía que su lengua se moviera torpemente, dificultando la articulación de las palabras. "Siempre es igual. Eres un cabrón." Continuó, su voz resonando en la quietud de la noche, rompiendo el silencio con una mezcla de desesperación y frustración.

"Martin, no es el momento." Insistió el maño. "Hablamos de esto mañana, ¿vale? Necesitas descansar."

El mayor realmente esperaba que el vasco cortara la llamada, se fuese a acostar y que al día siguiente no se acordara de nada.

"¡No, no vale! ¡Estoy harto de esperar hasta mañana, hasta la próxima vez!" Estaba prácticamente gritando ahora, sus emociones al límite. "Te echo de menos, ¿entiendes? Te echo tanto de menos que duele, ojalá decirte que te odio, pero te estaría mintiendo."

Las palabras eran desordenadas, su pronunciación confusa y a menudo incompleta. Cada sílaba saliendo entrecortada y arrastrada, como si el esfuerzo de hablar lo estuviera consumiendo por completo. Se apoyó más firmemente en la farola, su cuerpo luchando por mantenerse erguido.

El silencio al otro lado de la línea era palpable, cargado de emociones no dichas. Finalmente, Juanjo habló, su voz mucho más suave. "Martin, estás borracho. No es el momento para hablar de esto." Respondió, tratando de mantener la calma. "No quiero pelear contigo. Solo quiero que estés bien."

"¿Bien? ¿Ahora quieres que esté bien?" El vasco sintió cómo las lágrimas comenzaban a acumularse en sus ojos, su voz quebrándose. "Me dejaste, sin una explicación que pudiera entender. Qué cara tienes. Eres un sinvergüenza."

El maño suspiró, su paciencia visiblemente disminuyendo. "Te di explicaciones."

"¡Tus explicaciones no tenían sentido!" Martin gritó, su voz resonando en la calle vacía. "Dijiste que era por nuestro bien, que necesitabas tiempo. ¿Tiempo para qué? ¿Para olvidarme?"

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