La hora llegó, no podía alargarlo más. Su reloj marcaba las 21:45 cuando decidió que era momento de salir. Se miró en el espejo por última vez, alisando su camiseta y respirando hondo para calmar los nervios. Cada paso hacia la puerta se sentía pesado, cargado de la incertidumbre de lo que estaba por venir. Bajó las escaleras de su edificio, el eco de sus pasos resonando en el silencio del pasillo. Afuera, la noche estaba en pleno apogeo, con una brisa fresca que le revolvía el cabello y ayudaba a despejar su mente. Caminó por las calles iluminadas, con los latidos de su corazón sincronizados con cada uno de sus pasos.Mientras se acercaba a la casa de Juanjo, los recuerdos de su relación pasaban por su mente como una película. Los buenos momentos, las risas compartidas, las discusiones, y finalmente, la dolorosa separación. Ahora, todo eso lo llevaba de nuevo a aquella puerta, donde esperaba encontrar algún tipo de resolución.
Su corazón latía con fuerza en su pecho, una mezcla de nerviosismo y esperanza. Cada paso le hacía cuestionarse si estaba tomando la decisión correcta. Las dudas se arremolinaban en su mente, pero también había una chispa de expectativa. Quizás esta noche podría encontrar el cierre que tanto necesitaba, o al menos, alguna respuesta a las preguntas que le habían atormentado durante tanto tiempo.
La ansiedad le hacía sentir un nudo en el estómago, y sus manos estaban frías y sudorosas. A pesar del miedo, había una parte de él que se sentía aliviada por finalmente tener la oportunidad de hablar. Tal vez, después de esta conversación, podría dejar atrás el pasado y empezar a sanar de verdad. Cada paso hacia la puerta era una batalla interna, una lucha entre el deseo de huir y la determinación de enfrentar lo que le llevaba haciendo daño tanto tiempo. Al final, sabía que no podía seguir adelante sin intentar resolver lo que había quedado pendiente.
Cuando llegó, se detuvo por un momento, mirando la puerta con una mezcla de nostalgia y ansiedad. Levantó la mano y tocó suavemente, su respiración contenida mientras esperaba una respuesta. Los segundos se sintieron eternos hasta que escuchó pasos al otro lado. La puerta se abrió y ahí estaba Juanjo. Al ver a su ex, Martin sintió como si el tiempo se detuviera. Su pecho se encogió y el corazón le dio un vuelco. Todo el aire parecía haber sido aspirado de sus pulmones. El rostro de Juanjo, tan familiar y a la vez tan distante, le golpeó con una ola de emociones. La combinación de amor, nostalgia y dolor lo abrumó. Aquellos ojos que solían darle tanta paz ahora eran un recordatorio de todo lo que habían compartido y perdido. Se quedó allí, incapaz de moverse, procesando la realidad de estar de nuevo frente a la persona que tanto había amado.
Juanjo esbozó una sonrisa tímida, dando un paso atrás para dejarle pasar. "Hola, Martin."
Habían pasado casi ocho meses desde la última vez que se vieron en persona. Ocho largos meses llenos de preguntas sin respuesta y noches de insomnio. Ahora, de pie frente a la puerta de Juanjo, el menor sintió que el tiempo se había comprimido en un instante cargado de emociones. Ver al aragonés de nuevo era como abrir una herida que apenas había comenzado a cicatrizar.
"Hola." Respondió el vasco, su voz apenas un susurro mientras entraba a la casa. El ambiente familiar lo envolvió, trayendo consigo una punzada de dolor.
"¿Quieres una taza de café? He hecho un poco."
"No, gracias."
"Bien."
El aire se sentía incómodo. El peso de los meses de silencio colgando entre ellos como una nube oscura. Ambos se sentaron en el sofá, el espacio entre ellos cargado de tensión.
"Gracias por venir, no estaba seguro de que lo hicieras." Empezó el maño, rompiendo la tensión. "O sea no, quiero decir, emmm... Sé que es difícil volver a vernos, ha pasado mucho tiempo." Habló acelerado, culpándose mentalmente de haberla cagado con su elección de palabras.
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bad idea right?
FanfictionSalir de fiesta es una manera habitual de escapar de las preocupaciones pero, para Martin, una noche de copas y euforia en la discoteca se convierte en algo más. Tras varios tragos, un impulso irrefrenable lo lleva a marcar el número de su ex, la pe...