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FELIX.

Cuando abro los ojos, me incorporo demasiado deprisa y me mareo. Empujo las piernas sobre el borde de la cama y dejo caer mi cabeza entre mis manos para que la habitación pare de dar vueltas. A mi alrededor entra una luz suave, siento una brisa fresca en la nuca que me hace sentir mejor al instante.

No me siento enfermo, sólo me senté demasiado rápido y se me pasa casi tan rápido como empezó. Cuando miro hacia arriba, observo alrededor de la habitación y veo que es un dormitorio grande, casi del tamaño de mi sala de estar en casa. Hay un baño en un lado y en el otro hay puertas dobles con paneles de vidrio que están abiertas y conducen a un patio. El frescor de la piedra del patio en mis pies me hace mirar hacia abajo y ver que sigo con la misma ropa de esta mañana, pero ahora descalzo. Los jeans y la camiseta con cuello en V que llevo no se sienten lo suficientemente cálidos cuando la brisa me golpea por todos lados. Miro hacia fuera y veo arena blanca que se extiende hasta donde alcanza mi vista, aguas oscuras que chocan contra pequeñas rocas que sobresalen en varios puntos de la costa. La hierba alta que bordea la arena es arrastrada por el viento, y más allá de eso no hay nada.

—Esto no puede ser Alemania.— susurro cuando miro el paisaje con confusión.

—Oh, pero sí lo es.— escucho decir a una profunda voz detrás de mí, giro, encontrándome con el hombre de la limusina.

—¿Quién eres tú? ¿Qué ha pasado? ¿Me drogaste? ¿Qué pasó?— todas las preguntas salen de mi boca y muerdo mi labio para contener las cien más que tengo.

—Pensé que podría hacer el viaje más fácil para ti. Ya que no has estado fuera de Nueva York antes.

Está apoyado en la puerta del dormitorio en la posición más inofensiva. Pero ahora mismo, estoy en guardia. Su chaqueta de traje ha desaparecido hace tiempo y sus pies están descalzos también. Lleva una camisa celeste de seda, con la parte superior desabotonada y sus manos están escondidas de forma casual, en sus bolsillos. Su cabello está peinado hacia atrás y sus ojos oscuros recorren mi cuerpo de arriba abajo mientras yo hago lo mismo con él.

—No has respondido a mis otras preguntas.— Cruzo los brazos sobre mi pecho cuando la brisa se vuelve más fría. Miro por encima del hombro y me doy cuenta de que el sol se está poniendo. ¿Ya ha pasado un día entero?

Se aparta de la puerta y me pongo tenso, pero en lugar de caminar hacia donde estoy, pasa a mi lado, cerrando las puertas dobles. La brisa fría desaparece, y al instante me siento mejor.

No me doy la vuelta cuando lo siento caminar detrás de mí. En lugar de eso, me mantengo firme y callado, esperando que me responda.

—Volamos casi toda la noche y cuando llegamos a Alemania, tomamos un barco hasta esta isla. Mi isla. Querías venir aquí, ¿no?

Él todavía está detrás de mí, juro que puedo sentir su presencia moverse lentamente a centímetros de mi cuerpo. Quiero darme vuelta e inclinarme hacia él. ¡¿Qué está mal conmigo?!

—Sí, es solo que... esta es una forma extraña de hacer las cosas.— Digo finalmente. No sé cómo expresar esto en palabras. Supongo que es como cuando los animales vuelan y se estresan, por lo que es mejor darles un tranquilizante para su propio bien.

Tal vez eso es lo que él estaba haciendo por mí.

—Mi nombre es Hyunjin.— Dice y siento su aliento acariciar la piel de mi cuello.

El choque de calor que me inunda me hace girar para mirarle a la cara. Él es increíblemente grande y se cierne sobre mí, pero no está tan cerca como había imaginado. Podría estirar la mano y aun así no tocarlo, pero por alguna razón siento como si estuviera a un centímetro de apretar mi cuerpo. Mi mente me esta jugando una mala pasada. Tal vez sea el efecto de las drogas desvaneciéndose.

𝖽𝖾𝗏𝗈𝗍𝗂𝗈𝗇 - 𝗁𝗒𝗎𝗇𝗅𝗂𝗑Donde viven las historias. Descúbrelo ahora