El tren continuó su recorrido, las montañas y bosques pasando rápidamente por las ventanas mientras Tom seguía hablando con Abraxas, Walburga y Orion. Cada palabra que elegía era calculada, y aunque mantenía un aire de misterio, no dejaba de proyectar confianza y ambición. Sabía que había captado su atención. Pronto, el paisaje comenzó a cambiar, y la luz dorada del atardecer iluminaba el tren cuando finalmente se detuvo en la estación de Hogsmeade.
El bullicio de los estudiantes se apoderó de la plataforma mientras todos descendían del tren. Tom, junto a sus nuevos aliados, se abrió paso entre la multitud. Frente a ellos, la imponente figura de Robert, el guardián de las llaves, llamó a los de primer año para que lo siguieran hacia los botes.
Tom miró los botes con cierta curiosidad. A pesar de haberlo vivido antes, la experiencia de cruzar el lago hacia Hogwarts siempre tenía un aire de misterio, Magia y Añoranza por su hogar de esta vida y la pasada. Subió a uno de los botes, acompañado por Walburga, Orion y un par de estudiantes más. Mientras remaban en silencio, la silueta del castillo se alzaba en la distancia, iluminada bajo la luz de la luna. Era una visión majestuosa, y Tom no pudo evitar sentir una mezcla de anticipación y nostalgia al verla de nuevo.
El reflejo del castillo en el agua calmada era un recordatorio de lo grandioso que era Hogwarts, y de lo mucho que podía conseguir dentro de esas paredes si jugaba bien sus cartas. Al llegar a la orilla, descendieron del bote y se unieron al grupo de estudiantes que ahora esperaban nerviosos su entrada al Gran Comedor.
Una vez dentro del castillo, los recibieron con el imponente techo encantado que reflejaba el cielo nocturno. Las cuatro largas mesas de las casas estaban repletas de estudiantes de los años superiores, observando con curiosidad a los nuevos que entrarían a formar parte de sus filas. Tom se mantuvo sereno, aunque su mente estaba agitada con pensamientos sobre la casa a la que sería enviado. Sabía que su destino estaba en Slytherin, pero la ceremonia era un simple trámite para confirmarlo.
Albus Dumbledore, el subdirector de Hogwarts, apareció en el Gran Comedor, su figura imponente pero cálida mientras se preparaba para la ceremonia de selección. El verdadero director, Armando Dippet, observaba desde la mesa de los profesores, con su mirada tranquila pero siempre vigilante. La ansiedad entre los de primer año era palpable, y aunque Tom mantenía una expresión serena, sabía que cada paso a partir de ahora definiría su futuro en esta nueva realidad.
Dumbledore comenzó a llamar a los estudiantes uno por uno para la Selección. Cuando finalmente llegó el turno de Tom, un murmullo recorrió el salón. Avanzó con calma hacia el taburete donde lo esperaba el Sombrero Seleccionador. Aunque pocos conocían su nombre, ya sentía las miradas curiosas sobre él, lo que solo alimentaba su determinación.
Tom se sentó, y en cuanto el Sombrero tocó su cabeza, escuchó una voz conocida resonar en su mente.
"Ah... qué interesante... muy interesante," murmuró el Sombrero. "Ambición, inteligencia, y una sed de poder... ya veo... ya te he visto antes, de cierta manera. Tienes un camino muy claro en tu mente, ¿verdad?"
"Slytherin," pensó Tom con firmeza, asegurándose de que el Sombrero no tuviera duda alguna.
"Sí, lo veo con claridad... un destino forjado en ambición... Será SLYTHERIN," proclamó el Sombrero, su voz llenando el Gran Comedor.
Tom se levantó con elegancia y caminó hacia la mesa de Slytherin, donde fue recibido con aplausos por sus compañeros de casa. Mientras tomaba asiento, sus ojos captaron un vistazo de Dumbledore, quien lo observaba con una expresión que Tom no pudo interpretar del todo. Aun así, lo ignoró por el momento; sabía que Dumbledore sería una figura crucial más adelante, pero ahora tenía otras prioridades.
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Mamá no me dejes
FanfictionVoldemort murió ese 2 de mayo del 1998, sin embargo lo que el pensaba que iba a ser su fin, fue su nuevo camino a una vida mucho mejor, junto a su madre y su constante lucha para que deje de tejerle ropa a sus serpientes Esta historia no es mía en...