Mamá no me dejes

Capitulo 5

Tom despertó con una ligera confusión, su mente aún atrapada entre los sueños y la realidad. Por un momento, no supo dónde estaba. Luego, los recuerdos de la noche anterior comenzaron a regresar, y poco a poco, el peso de su nueva realidad lo golpeó. Estaba en Hogwarts, pero no en el Hogwarts que recordaba. Este mundo era diferente, y con ello, sus oportunidades también.

Se levantó rápidamente, decidido a no perder el tiempo. Sabía que estar temprano en el Gran Comedor le permitiría observar mejor a los estudiantes, analizar cómo interactuaban y, lo más importante, identificar cualquier diferencia clave entre este Hogwarts y el de su pasado.

Con movimientos rápidos y precisos, se vistió con su uniforme de Slytherin, ajustando cada detalle para que estuviera impecable. Era consciente de la importancia de la primera impresión, incluso entre aquellos que ya lo habían visto en acción la noche anterior. Sabía que la apariencia era crucial para cimentar su posición como un futuro líder.

Al salir del dormitorio y caminar por los pasillos de la mazmorra, notó pequeñas diferencias en la arquitectura y la atmósfera del castillo. El aire era frío y pesado, pero había una energía vibrante, como si el mismo castillo reconociera su presencia. La sala común de Slytherin estaba vacía, con solo algunos estudiantes rezagados que lo saludaron con una inclinación de cabeza. Tom los ignoró, concentrado en su objetivo.

Cuando llegó al Gran Comedor, las mesas ya empezaban a llenarse de estudiantes. Los cuatro largos tablones de madera que representaban a las casas estaban dispuestos de la misma manera que él recordaba, pero algo en el ambiente se sentía diferente, como si este Hogwarts estuviera más atento a su presencia, como si el castillo supiera que él tenía un papel importante en su futuro.

Se sentó en la mesa de Slytherin, junto a Abraxas y Orion, quienes ya estaban desayunando. Walburga llegó poco después, su mirada fría y calculadora posándose brevemente en Tom antes de asentir con aprobación.

"Veo que has decidido madrugar," comentó Abraxas, con una sonrisa socarrona mientras mordía un trozo de pan. "Esperaba que descansarías un poco más después de lo que ocurrió anoche."

Tom esbozó una pequeña sonrisa. "El descanso puede esperar. Hay mucho que observar y aprender en este lugar. Quiero conocer cada rincón de este Hogwarts."

Orion levantó una ceja, intrigado. "¿Qué es lo que buscas exactamente?"

Tom miró alrededor del comedor, observando cómo los estudiantes de todas las casas se mezclaban y hablaban entre ellos. Este lugar estaba lleno de potencial, pero también de amenazas. Sabía que debía andar con cuidado y aprovechar cada oportunidad. "Busco entender mejor este mundo. El poder aquí no solo se gana con fuerza. Hay que saber jugar el juego, elegir a los aliados correctos y conocer a los enemigos antes de que te conozcan."

Abraxas asintió lentamente, comprendiendo. "Eres más ambicioso de lo que pensaba, Riddle. Pero me gusta. Este es un buen lugar para empezar."

Mientras el desayuno avanzaba, Tom continuó observando. Vio a los estudiantes de Gryffindor, Ravenclaw y Hufflepuff, conversando animadamente en sus propias mesas, sin prestar demasiada atención a los de Slytherin. Pero sabía que pronto, sus nombres estarían en boca de todos. Cada movimiento que hiciera, cada palabra que dijera, sería crucial para tejer la red de poder que tenía en mente.

A medida que avanzaba la mañana y los estudiantes comenzaban a levantarse para ir a sus clases, Tom supo que su tiempo en este nuevo Hogwarts apenas comenzaba. Estaba decidido a tomar control de su destino y, esta vez, asegurarse de que todo fuera diferente. Estaba en el lugar perfecto para hacerlo.

Una vez que todos los alumnos de Slytherin estuvieron en sus asientos, el profesor Slughorn, con su habitual sonrisa afable, comenzó a pasar por las mesas, entregando los horarios de clases a cada estudiante. Cuando llegó a Tom, le entregó su horario con una breve inclinación de cabeza.