Capitulo 10

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Faltaba poco para regresar a Hogwarts y siendo sincero consigo mismo Tom cree que seria a primera vez en la que además de no saber que es lo que sucederá dentro de esas murallas el, sin embargo, el otro motivo que ocupaba sus pensamientos era su madre. Desde que regresó a casa, había notado un cambio en ella. Últimamente, parecía completamente absorbida por su nueva afición: tejerle ropa a Nagini. Lo más curioso era que, pese a la falta de brazos y la forma serpentina de la criatura, su madre se las había ingeniado para crearle chalecos, gorros, bufandas e incluso un gran vestido que, de alguna manera, Nagini parecía disfrutar.

Tom no pudo evitar esbozar una sonrisa irónica al recordar la escena de la noche anterior. Nagini había accedido a ponerse uno de los vestidos que su madre le había tejido, deslizándose por la sala de estar como si estuviera desfilando en una pasarela. Merope aplaudía y sonreía mientras hacía comentarios sobre lo adorable que se veía su "pequeña serpiente" con su nueva ropa. Tom había observado en silencio, sintiendo una mezcla de desconcierto y diversión. Nagini, por su parte, se mostraba complacida, dejando que Merope la "modelara" mientras siseaba en pársel algo que Tom solo pudo interpretar como una especie de broma compartida entre la serpiente y su madre.

—Increíble —murmuró Tom mientras observaba a Nagini deslizarse por la sala—. Hace apenas dos días que te conoció, y ya te ha hecho un cambio de vestuario completo.

Nagini levantó la cabeza, sus ojos brillando con una astucia serpentina, como si compartiera el mismo pensamiento que él.

Tom sabía que su madre encontraba consuelo en esas pequeñas distracciones, pero también se preguntaba si esa fijación con Nagini, una criatura de su vida pasada que ahora era parte de su presente, si bien se le hacia curioso de de donde venia ella, cada vez que intentaba preguntare, Nagini empezaba a temblar, no quería incomodarla con un tema que claramente le disgustaba recordar.

Año nuevo había llegado y se había ido con una rapidez vertiginosa. El día de regreso a Hogwarts finalmente llegó, y Tom Riddle se encontró en la estación de tren, maleta en mano, observando el tren escarlata que lo llevaría de vuelta al castillo. Su mente estaba llena de planes cuidadosamente trazados para implementar cambios en el mundo mágico, específicamente en relación con los nacidos de muggles. Sabía que necesitaba actuar con cautela; los errores del pasado no podían repetirse, y para asegurar el éxito, cada movimiento debía ser calculado.

Mientras subía al tren, su mirada vagó hacia los estudiantes que se apresuraban a encontrar sus compartimentos. Decidió que evitaría a toda costa a aquel chico de Slytherin, el de los ojos verdes. No era que le temiera, ni mucho menos, pero el simple hecho de que ese muchacho hubiera conocido a su madre era una preocupación constante. Si el chico llegara a sospechar o, peor aún, dañara a Merope Gaunt de alguna manera, todo su mundo podría tambalearse.

"Apenas es su primer año," pensó Tom mientras se acomodaba en un compartimento vacío, dejando su maleta en el estante superior. "Tendré tiempo para lidiar con él si es necesario, pero no ahora. No quiero riesgos."

Se sentó, cruzando las piernas con elegancia, mientras abría uno de los libros que había llevado consigo para el viaje. Pero su mente no estaba en las páginas. Los recuerdos de su madre, sus planes para los nacidos de muggles y el chico de ojos verdes se entrelazaban en su cabeza, como si cada pensamiento fuera parte de un tejido que debía completarse con cuidado.

Sabía que las decisiones que tomara en los próximos meses serían cruciales. Sin embargo, una parte de él no podía dejar de pensar en cómo proteger a su madre. Si algo le ocurriera, todos sus esfuerzos serían en vano.

"Primero lo primero," murmuró para sí mismo, volviendo a centrarse en su libro, pero con un ojo siempre alerta, esperando lo que el futuro deparara. Claro que no se pudo concentrar en el libro.

Mamá no me dejesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora