¿A quién he matado?

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—Pensaba que te había olvidao, eh, pero pusieron la canción, eh, eh, eh, que cantamos bien borrachos, que bailamos bien borrachos, nos besamos bien borrachos los dos— cantábamos, bueno, más bien gritábamos, mi hermano y yo.

No es un lunes cualquiera; es el 12, el cumpleaños de Nico, y vamos a su fiesta.

Desde el día en que mi prima nos contó que estaba saliendo con Nico, han pasado muchas cosas. Uno, hemos conocido a Nico, quien es muy divertido y majo. También empezaron las obras de su casa, y ahora ya casi están terminadas.

La canción acaba y suena la melodía de "Set Fire to the Rain".

—All the things you'd say... I let it fall, my heart... And as it fell, you rose to claim it... It was dark and I was over... Until you kissed my lips and you saved me—. Cantamos igual que con la anterior.

El viaje se sintió como un concierto con todo tipo de música. Ya hemos llegado. Estamos frente a un edificio que es donde mi prima y su novio han estado hospedados. Dentro, hay un salón donde se celebra la fiesta.

Al entrar a la sala, todo es muy... muy Nico. Es extravagante: hay globos, flores, fotos, todo lo que te puedas imaginar y, sobre todo, mucha comida de diferentes puestos.

El salón es enorme y hay un montón de gente. La verdad es que no me sorprende; Nico es una persona increíble.

Unas palmadas en mi brazo me sacan de mis pensamientos.

—¡Ay, que me haces daño!

—¡Mira, mira! Es... es Lamine Yamal, y Fermín, Gavi, Pedri, y...— Desconecto mientras mi hermano empieza a recitar a toda la plantilla del Barça que se encuentra allí.

—¡Pero si son mi familia favorita! —grita Nico, haciendo que los de alrededor se giren a mirara . Nico se acerca y nos abraza.

—Felicidades, crak—dice mi padre, dándole una palmada en el hombro.

—Gracias —agradece Nico.

—Felicidades, qué increíble fiesta y qué increíble estás —dice mi madre con su afable voz, esa con la que podría haberme despertado esta mañana.

—Uy, no me digas esas cosas que me sonrojo —responde Nico mi madre ríe.

—Felicidades —digo.

—Gracias, guapa —nos damos dos besos.

—¡Está Pedri aquí, y Gavi, y todos en la misma sala que yo...!— Le doy un codazo a mi hermano, a ver si así reacciona.— Eh... perdón, felicidades.

Nico ríe.

—Gracias, enano—. Le revuelve el pelo—. ¿Quieres conocerlos? —Eso hace que a mi hermano se le dibuje una sonrisa tan grande que parece que haya visto un ángel.

—¿En serio? —pregunta, sin podérselo creer aún.

—Claro, ven, vamos—. Y así es como se van, y no sé si lo sabe, pero estoy segura de que este momento mi hermano nunca lo olvidará.

¿Quién lo puede culpar? Tantos chicos guapos y ricos, a cualquiera le gustaría.

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Después de haber hablado con mi prima, el hermano de Nico, Iñaki, su mujer y alguna que otra persona más, decido que es hora de ir a coger algo de comer... cuando choco contra algo que me hace parar en seco. Me han tirado algo rojo encima, un puñetero cóctel de algo rojo. La sangre me empieza a hervir al ver que seguramente es de cereza, y eso no se va a quitar fácilmente.

—¡Pero tú estás ciego o tienes los ojos en el culo! ¡Dios! —digo enfadada.

—La que está ciega eres tú, ¿acaso no me has visto? —responde el capullo.

Un clásico no muy clásicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora