Vaya noche

94 5 1
                                    

Recapitulemos un poquito:Marina y Lamine se conocieron en la fiesta de cumpleaños de Nico, quien está saliendo con la prima de Marina. Al principio, Marina y Lamine se llevaron mal, pero después de que Alba le pusiera los cuernos a Lamine para que la dejara en paz, empezaron a salir falsamente. Con el tiempo, compartieron momentos juntos, y recientemente, Marina se enamoró de verdad, rompiendo una de las normas que habían acordado previamente. Ella decidió que esto debía terminar, pero Lamine no está de acuerdo y se lo hace saber con un beso bajo la tormenta.

 Todo muy bonito, pero aún quedan algunos temas por resolver para que esta historia tenga un final.

Uno: ¿qué pasará cuando Marina conozca a Alba?

Dos: ¿qué pasa con Alen?

Tres: ¿Ganará el Barça la liga? (Más les vale, ya que hice apuestas).

Cuatro: ¿Qué opinarán las familias de ambos?

Cinco: ¿Acabarán Pedri y Gavi juntos?

Seis: ¿Nico y Nadia seguirán en su nube de enamorados o bajarán a la realidad?

Siete: Lara no superará a desmayarse cuando ve a Cubarsi.

Podríamos decir aún más, pero lo más importante es: ¿acabarán juntos? ¿Serán una de esas relaciones que duran toda la vida, esas que parecen existir solo en los libros, o solo una parada en el camino?

Todos tenemos nuestro propio camino; a veces, ese camino se encuentra con otro, tropieza con alguna roca, o incluso se junta con otro camino.

Pero empecemos por lo que todos queremos saber: ¿qué pasó después de ese "yo también te amo"?

---

El corazón me va tan rápido que siento como si fuera a salirse de mi pecho. Respirar... ¿qué es eso? La lluvia sigue, los truenos son cada vez más fuertes, y Lamine está delante de mí. Nos hemos besado sin fingir y me ha dicho que me ama.

Nadie habla. Solo nos observamos, esperando que el otro reaccione a lo que acaba de pasar. ¿En qué nos acabamos de meter?

—No hay nadie en casa —espeto, traga saliva y asiente. Nos miramos un momento más y seguimos; lo que  hemos parado antes.

Los besos regresan, las caricias, los roces. Todo vuelve para convertirse en una explosión de sensaciones, en el principio de una nueva etapa.

Todo va muy rápido; de un momento a otro, ya estamos dentro. Nadie se encuentra en casa, nadie nos podrá interrumpir, y lo aprovechamos. Lo único que resuena son nuestros labios uniéndose, la ropa rozando contra la del otro.

—Qué bien sabes —se relame los labios—. Dime, Cherry —me acaricia el pelo—, ¿qué te gusta?

Frunzo el ceño. No soy idiota; no me está preguntando qué me gusta de comer.

—¿Qué me gusta de qué, Lamine? —alargo su nombre y acerco mi cadera más a él. El contacto hace que él suspire y yo gima.

—Si no me lo vas a decir, no importa. Yo me ocuparé de averiguarlo.

Y eso hace: explora, descubre, toca. Rápido, lento, más fuerte en un sitio, en otro. Sus manos y sus labios no están ni un minuto quietos, y los míos tampoco.

—Mmm... —un gemido sale de mi boca poco después de que tocara ese punto que me hace explotar en sensaciones.

—Creo que he descubierto uno de esos —pasa su dedo desde mi cuello a mi abdomen y, al llegar allí, toma una de mis piernas.

Y de un momento a otro, ya no estamos en la puerta de entrada, sino en mi habitación, y ya no hay nada que nos separe.

—Mariana... —gime—, por favor, déjame hacerme tuyo.

Tuyo.

Le tomo de la barbilla, haciendo que deje de besarme el cuello. Nuestras miradas se conectan. Él está encima de mí y, aun así, lo quiero aún más cerca. Lo beso; su lengua entra en mi boca, y mis piernas envuelven su cintura, provocando que nuestros sexos se encuentren y gimamos.

—Siempre y cuando yo pueda hacerme tuya —suelto al separarme de esos labios que podrían acabar con cualquiera.

Intento besarlo, pero él se aleja y me observa. Y, por alguna razón, no me siento incómoda.

—Yo siempre fui tuyo —sonrío, y una lágrima está a punto de salir.

—Coge un puñetero condón ya —digo, y Lamine ríe.

Y hasta aquí, porque, cerecitas, hay que dejarles un poco de intimidad.

---

¿Estás lista?

---

—Dios, ¿cómo es posible que lo hayas roto? —pregunta mi madre viendo todas las luces en el suelo.

Encima de mi cama hay una cortina de luces del Shein que están colgadas con cinta de doble cara, también del Shein. Bueno, digamos que las luces no aguantaron el encuentro de Lamine conmigo. En mi defensa, diré que ya era hora de renovarlas; esas ya casi no funcionaban.

¡Vaya nochecita! Quién pudiera...

—¿Pero cómo ha pasado? —pregunta mi padre.

Bueno... es hora de inventarse algo.

—Jocker se subió en la cama. Yo fui al baño y, cuando volví, ya estaba así —aclaro.

El aludido, Jocker, se sienta y mueve la cabeza a un lado. Lo siento, amigo; ya te daré un premio después.

Mi madre no está muy convencida, pero decide creerme. Al final, ¿qué más podría haber sido sino?

No sé, yo diría que fue después de una noche con Lamine.Pero llámame loca.

—Por cierto, mañana vienen la familia de Lamine a una barbacoa —asiento rápidamente ,estoy deseando dormir un poco .

Un momento, ¿qué?

—¿CÓMO?

—No grites. En el partido pasado conocí a su madre y la he invitado, a ella, a su marido y a su hijo. Ya es hora de que se unan las familias.

—Claro —digo, no muy segura de cómo podrá acabar eso.

Un clásico no muy clásicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora