XIII

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NamJoon acababa de regresar de Pickford House donde se alojaba Jungkook, el benjamin de los Park, con su marido, el conde.

Habían llegado a Londres con sus dos hijos y esperaban que ese año el aire de la capital no afectara tanto al primogénito y que el más pequeño ni se enterase del cambio.

Jacques, al que fueron a buscar a la habitación infantil para que saludara a su tío, lo miró muy serio y guardó las distancias hasta que Jungkook le puso en brazos a un dormido Jules.

En ese momento Jacques se acercó para examinar las borlas de sus botas de montar y su confianza aumentó hasta el punto de atreverse a darle unas palmaditas en la rodilla.

—Ojalá pudieras verte ahora mismo, Nam —⁠le dijo Jungkook entre carcajadas.

El temor de que se le cayera el bebé y el de asustar a Jacques si hacía algo lo mantuvieron inmóvil en el sillón.

Era muy consciente de que se trataba de sus sobrinos, de los hijos de su querido Jungkook a quien la paternidad había otorgado un halo de madurez que aumentaba la belleza juvenil y grácil que poseía.

¡Ni siquiera había cumplido los veintiuno!

—Ojalá pudiera verte la alta sociedad ahora mismo —⁠añadió su cuñado con un deje burlón⁠— Pero me temo que no lo creerían ni aun viéndolo con sus propios ojos.

Había ido para invitarlos a pasar las vacaciones de Pascua en Lindsey Hall.

Jimin y Yoongi, que también acababan de llegar a la ciudad, ya habían aceptado la invitación.

También había invitado por escrito a JHope, a RM y a Hoseok.

La última vez que coincidieron todos en un mismo lugar fue para la boda de Hoseok, celebrada dos años y medio antes.

Ya era hora de que volvieran a reunirse todos.

Aunque los había visto desde entonces, recientemente había descubierto que anhelaba verse rodeado por su familia en Lindsey Hall.

La familia había aumentado muchísimo con los niños, pero la propiedad era lo bastante grande como para albergarlos a todos.

Después de que aceptaran la invitación, se marchó a caballo de la residencia de su hermano, satisfecho por contar al menos con parte de su familia durante las vacaciones.

También iba a invitar a sus tíos, los marqueses de Rochester, pero no lo haría ese mismo día.

Porque esa tarde tenía otro destino en mente.

En esos momentos cabalgaba por Hyde Park, a la altura de la Serpentina.

El parque estaba muy concurrido, con un sorprendente número de paseantes y jinetes, sobre todo teniendo en cuenta que estaban a principios de año.

Aun así, hacía un magnífico día primaveral.

El sol brillaba y el ambiente era cálido.

Se dirigía a la residencia de los Renable, aunque por supuesto no tenía garantía alguna de que estuvieran en casa.

No había anunciado su visita.

Según había dicho lady Renable en la velada de lady Gosselin, tenían pensado quedarse una semana más en Londres.

Habían pasado cinco días de dicha semana, y él había tomado una decisión.

Parte de esa decisión se debía a lady Falconbridge, que fue precisamente la causa de que asistiera a la velada.

Леко опасен NamJinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora