La historia se repite

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Brandon – Porque viajamos a la Capital? – dijo desde su asiento con los brazos cruzados

Aron – Para ver al abuelo. – respondió mirando por la ventana.

Brandon – Pero, el abuelo quedo en casa.

Aron – A nuestro otro abuelo.

Brandon – No entiendo. ¿Cómo es que vamos a ver al abuelo si lo dejamos allá atrás?

Aron – Según él, es muy bueno. – giro a ver a Brandon – Dice que nos ama y que hace tiempo quiere conocernos. Asique tenemos que ir Bran.

Brando – Maldición!

Daeron – De donde sacaste esa palabra? – dije molesto

Cregan – Maldición Erik, te dije que sujetaras bien eso! – su voz se escuchó desde afuera y revolee los ojos.

Brandon – Que más te dijo? – pregunto y los mire preocupado. No entendía de que hablaban.

Aron – Que nos preparemos porque tenemos muchos primos. – Brandon revolee los ojos.

Daeron – Amor – me acerque a Aron y el me sonrió – De quien hablas? ¿Quién te dijo todas esas cosas?

Aron – Rickon – abrí los ojos y miré a Brandon que asentía algo molesto.

Daeron – Rickon... - mi voz tembló – Tu abuelo... Tu abuelo Rickon

Brandon – No papa. Nuestro hermano, Rickon.

Los miré a ambos y tuve que fingir mi sonrisa. Acaricié sus mejillas y volví a mi asiento. Ellos siguieron mirando a través de las ventanas y sentía como mi mandíbula temblaba. Era la primera vez que los escuchaba hablar así de su hermano. Era la primera vez que Aron decía algo así y me sorprendió muchísimo ver como Bran lo tomaba tan tranquilo. Intente ocultar mis lágrimas, pero me fue algo imposible ya que seguían hablando de esa manera. Me empecé a sentir algo incómodo, pero gracias a los dioses, el carruaje se detuvo y bajamos a caminar un poco.

Mientras veía a mis lobos jugar con la nieve, sujetaba en mis manos el caballo de madera que Aron me pidió tener para no perderlo u olvidarlo. Lo miraba y lo movía con mis dedos. Sentí la mano de mi alfa y su beso en mi frente. Le conté lo que había pasado en el carruaje y me miro igual de sorprendido para luego mirarlos. Me pregunto cómo era posible y le conté de mi hermana. Del don o maldición que los dioses le habían dado y le dije que tal vez Aron era como ella. A diferencia de Aron, Hel tenía visiones sobre el futuro, pero aparentemente Aron, veía a su hermano mayor y él le contaba cosas.

¿Era posible?, tal vez. ¿Lo creía? Si no lo hubiera visto con mis propios ojos, quizás no. Pero ahí estaban ambos. Hablando de cosas que no podía entender y para ellos, era lo más normal del mundo. Solo dejé que pasara, no quise arruinar el don de Aron tal como mi madre hizo con el de Hel. Ella se había perdido con el miedo que mi madre le infundo y yo no iba a permitir que le pasara lo mismo a mi hijo. Asique con todo el dolor del mundo, abrace ese don que los dioses le habían dado y rece para que mi dulce dragón, siguiera cuidando de sus hermanos.

Volvimos al camino y, como ellos prefirieron ir un tiempo en sus caballos, me uní para estar juntos. Amaba verlos sonreír, disfrutando del frio y escuchar sus historias. Mi preocupación no se fue, ni cuando llegamos a la posada, ni cuando tuvimos que acampar para que pudieran dormir mejor, ni cuando volvimos al carruaje. Y no me iba a dejar mientras seguía escuchando como ellos hablaban. Pensé mucho en mi hermana durante el viaje y esperé que ella estuviera en la capital. Tenía que hablar con ella para poder entender mejor todo esto.

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El sol salía cuando vi la gran torre roja y acaricié los mechones negros de mi salvaje lobo. Eleve la mirada para ver a mi alfa dormido y a nuestro niño en su pecho, sujetando con fuerza su caballo. Todo lo que quería estaba en estas cuatro paredes. Estaba seguro que, en la capital, ya no había nada para mí. Pero solo vine, porque Cregan me lo pidió. Sino, ahora mismo estaría jugando con ellos en el patio principal de nuestra casa.

Matrimonio por conveniencia / DaeganDonde viven las historias. Descúbrelo ahora