Capítulo 2: "No te atreverías"

7 1 0
                                    

Aquel sábado por la mañana no era tan caluroso, y por alguna razón el estado de ánimo de Nila cambió. Tanto como para desearle los buenos días a su madre. Fue tan desconcertante, que la señora Hanson tuvo que tomarle la temperatura. Ese día había decidido no usar suéter. Ella tenía una política, no era la mejor pero daba buenos resultados; si usaba suéter no tendría quemaduras en la piel. Y eso era perfecto, odia quemarse. Su mamá avisó que iría a hacer la compra, su padre se reuniría con unos empresarios en un café del centro. Casa sola. Nila decidió refugiarse en su habitación, una gran mancha blanca (que en muchas partes era negra) de pintura en las paredes y muchos dibujos. Había pensado en tirarlos a la basura, pero eran importantes. Eran de Less, la única chica a la que no deseaba estrangular, su mejor amiga. En la mayoría de ellos había frases que Less creaba. Cosas muy tétricas pero románticas. Como si Shakespeare viviera en esta época. La favorita de Nila era una que hablaba sobre ya sea 1) amor, 2) chicos, u 3) homicidio. Aun no sabía muy bien, pero estaba segura de que no tenía mucha importancia. Less solía dárselos cuando iba a su casa después de la escuela. Nunca le daba una explicación, pero Nila no deseaba oírlas.
La música lenta sonaba tan alto que parecía que un funeral estaba siendo llevado a cabo en la casa. Pensarían que una chica de su "estilo" no escucha baladas románticas antiguas, pero para saberlo tendrían que conocerla muy bien.
Escuchó toques en su puerta, y supuso que ya habían llegado.

-¡Nila, baja el volumen, los vecinos se quejan! -exclamó su padre.

-Trato de agradarles, y estoy compartiendo mi música.
Las llaves. Si algo que odiaba (una de las muchas cosas que odia) es que sus padres tuvieran llaves de su habitación.

-Te he dicho que no cierres tu puerta.

-Te he dicho que no me gusta que me vean hacer mis cosas -giró los ojos.
Y era verdad, cada vez que ella hacia algo, ya sea cantar o dibujar, y sus padres entraban era como si pusieran un dardo paralizador en su cuerpo.

-Tengo que decirte una cosa. Tu madre y yo hablamos...

-¡Bravo! ¿Y ahora a dónde quieren mandarme? ¿A Marte? Recuerda que la casa de la tía Madison no fue una muy buena idea.

-No, esta ves no te iras a casa de nadie -dice con el ceño fruncido.
Lo último que su madre quería era tener a una hermana molesta por el comportamiento de su hija adolescente.

-Bien, entonces... -enchuecó la boca-. ¿A dónde?
Sabia que no debía preguntar. No era bueno preguntar cuando un adulto esta serio, o significa divorcio, o una tía fallecida a la que nunca conociste.

-Iras a un internado.
Los ojos de Nila crecieron hasta que se parecieron a unas pequeñas manchas verdes olivo en una hoja blanca.

-No te atreverías. -Dijo desafiante.

-No te queremos causar problemas, y es una buena escuela. No hay nada que puedas hacer, ya esta todo decidido.

Y se fue.

Strings AttachDonde viven las historias. Descúbrelo ahora