Capítulo 5: "No lo olvides"

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El miércoles por la tarde Nila decidió que esa misma noche pondría en marcha su plan, solo tenía dos días para logras su objetivo.
Tomó una bolsa de tela y echó dentro unas tijeras recién afiladas, un pequeño paquete de navajas recién compradas, guantes de hule y un aerosol negro. Aún necesitaba más cosas pero no tendría tiempo de especificar todo. Un día antes había comprado una peluca de cabello rubio oscuro, justo como el de Sophia. El viernes se presentaría en la escuela vestida justo como lo planeó;
Vestida como la chica que le causó tantos cortes en sus dedos.
Cuando bajó a cenar -obligada por su madre- sus padres le comentaron que ya era hora de decirle dónde sería su próxima parada; Jacksonville, Florida. Solo a unas dos horas de su casa. Había llegado a pensar que ellos tenían planeado mandarla a un internado lúgubre y sombrío, como los que suelen salir en las películas. Pero estaba muy equivocada, era muy alegre, lo podía notar. Las fotos demostraban que en vez de un castigo, era una forma para que los jóvenes volvieran a su estado original; antes de tener ya sea tendencias suicidas, tendencias homicidas, cualquier cosa que tuviese que ver con adolescentes que no tienen sentido común. Según los padres.
Para Nila todo era simple, para ella ser normal es ser anormal, y ser anormal es ser normal. No muchas personas lo entendían pero no podía entenderlo por ellos.

-Nila, necesito que me acompañes a un lugar -dijo su madre.

-¿Por qué? -respondió mirando al techo.

-Este viernes será tu último baile, oí que en Triland School no hacen bailes de graduación -explicó-. Supuse que te gustaría ir a este.

-Llevó viviendo al rededor de 18 años contigo, y sigues sin entender que todo lo que tenga que ver con bailes, fiestas, vestidos y cosas femeninas no son lo mío.

-Lo sé, pero es que...

-No vuelvas a mencionar eso -sentenció-,no lo olvides.

Terminó de cenar y volvió a su habitación. ¿Quién era aquella persona? ¿Es que acaso nadie sabía cómo era y qué era lo que le gustaba? La soledad y el silencio de la mente propia. El único sonido importante era el de sus dedos rozando las páginas de un buen libro. Los novios eran para ella perdidas de tiempo y máquinas de celos. Las amigas eran hipócritas y totalmente inconformes con ellas mismas. Solo uno mismo se necesitaba para ser lo que para ella era la felicidad. Solo un par de manos sosteniendo una gran historia, un par de amigos susurrándote al oído preciosas melodías que te comprendían. Solo lo que los demás no ven y no escuchan. Y lo que otros sienten. Entendía que todas las personas eran únicas en todo el mundo, pero estaba segura de que no había alguien con la mente tan oscura y clara al mismo tiempo. O eso es lo que pensó antes de que todo ocurriera al día siguiente...

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