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Shen Qingqiu ya no puede ir al Pabellón Rojo Cálido a dormir.
Su falta de sueño lo hace actuar de maneras que hacen que Liu Qingge se sienta... frustrado.
El Dios de la Guerra Bai Zhan enc...
Mientras Shen Qingqiu iba a hacer sus rutinas diarias, intentó intencionalmente mostrar una cara de cansancio similar a la que había comenzado a convertirse en la norma.
Sin embargo, no fue demasiado difícil.
Todavía estaba cansado.
Solo que no tanto como antes.
No estaba seguro de cuánto tiempo le tomaría recuperarse si continuaba durmiendo, pero tomaría algún tiempo.
Pero no podía garantizar que pudiera volver a dormir esta noche.
Una extraña parte de él, la parte que había estado aprendiendo a confiar en el bruto, creía que volvería y lo sostendría mientras dormía, pero otra parte de él, la parte que recordaba todas las promesas rotas que había experimentado, la parte que sabía que era un milagro que alguien como Liu Qingge, que se ponía nervioso incluso por el acto más pequeño de impropiedad, probablemente se daría cuenta de lo inapropiado de lo que había hecho y no podría repetir su acción.
No, no confiaría en esa incertidumbre; en cambio, usaría el hecho de que su mente está más clara como una oportunidad para trabajar para lidiar con la rata que causó todo este lío.
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Shen Qingqiu se sentó en su cabaña de bambú mientras se ponía el sol y repasó la información que había podido reunir.
No era su mejor trabajo, pero fue suficiente para poner en marcha sus mecanismos.
Shang Qinghua siempre había sido una persona desconfiada.
Shen Qingqiu lo había estado vigilando durante años.
La verdad sea dicha, Shang Qinghua tenía tanto potencial para ser el estratega de la secta como Shen Qingqiu.
Aunque Shen Qingqiu había colocado varias trampas a lo largo de los años para capturar al hombre tímido en el acto de sabotaje, siempre pudo evadir ser atrapado.
Parte del problema era que un estratega exitoso tendría la confianza de aquellos que seguirían sus planes.
Shen Qingqiu siempre había sido alguien que a la gente no le agradaba y, para agregar a eso, Shang Qinghua también había estado trabajando en segundo plano para empeorar aún más la reputación del señor de la cima Qing Jing.
Sin embargo, eso no significaba que Shen Qingqiu no hubiera sido también una espina en la vida de Shang Qinghua.
Detener los envíos sospechosos y redirigir la información era un juego silencioso que tenían mientras los dos continuaban cumpliendo con sus respectivas tareas principales.
En verdad, Shang Qinghua probablemente no se dio cuenta de la mina de oro que había encontrado cuando apuntó al Pabellón Rojo Cálido, pero era obvio que se dio cuenta de ello en algún momento, ya que el señor de la cima, generalmente cuidadoso, estaba siendo mucho menos cuidadoso con las huellas que estaba dejando y mucho más audaz en los planes que parecía estar haciendo.
