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Shen Qingqiu ya no puede ir al Pabellón Rojo Cálido a dormir.
Su falta de sueño lo hace actuar de maneras que hacen que Liu Qingge se sienta... frustrado.
El Dios de la Guerra Bai Zhan enc...
Todo lo que acababa de suceder podría describirse como desconcertante.
Incluso si Shen Qingqiu no creía que lo mereciera... no le cabe duda de que Liu Qingge había intentado confesarse.
Una confesión absolutamente horrenda, sin duda, pero no dejaba de ser una confesión.
Tenía que encontrar a Liu Qingge y hablar con él.
El hombre que tanto le importaba probablemente estaba dispuesto a enterrarse vivo después de esa exhibición en el Pabellón Rojo Cálido.
Tenía que estar allí para él.
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No había muchos lugares en los que el Dios de la Guerra pudiera estar en la secta. Por eso, Shen Qingqiu no se sorprendió al encontrar al hombre en su casa en el pico Bai Zhan. Lo que no esperaba oír era que él tuviera algún tipo de discusión con su hermana.
Shen Qingqiu pensó por un momento en volver más tarde, pues no quería interferir en un asunto familiar.
Pero cuando se acercó, se dio cuenta de que los hermanos estaban hablando de él.
"¡Vaya! ¿Cómo pudiste equivocarte tanto?"
"Yo sólo... no lo sé."
"Claramente."
"Voy a ir a cazar... Regresaré en un mes... tal vez tres."
"¿En serio estás huyendo de tus sentimientos?"
"Sí."
Las palabras que Liu Mingyan le dijo a Liu Qingge después de escuchar eso hicieron que pareciera que estaba pensando en asesinar a alguien.
Era una situación incómoda de interrumpir, sin duda, pero si Shen Qingqiu no hacía nada, Liu Qingge volvería a escapar o Liu Mingyan podría estrangular a su hermano.
Shen Qingqiu llamó vacilante y un momento después la puerta se abrió.
—Shen-shibo, me alegro de verte. Supongo que estás aquí para hablar con mi hermano. —La voz sonó educada para alguien que claramente estaba lista para arrancarle la cara a su hermano momentos antes.
"Ah, sí. Si te parece bien, me gustaría hablar con él a solas".
"Por supuesto". Y con eso, hizo pasar a Shen Qingqiu al interior antes de irse.
Asegurándose de lanzarle una expresión de "no arruines esto" a su hermano antes de salir.
—Shen-shixiong —dijo Liu Qingge con rigidez, mirando rápidamente por toda la habitación y haciendo todo lo posible por no mirar directamente a Shen Qingqiu.
—Qingge —dijo Shen Qingqiu con calma, cubriéndose la mitad inferior de la cara con el abanico—. Esperaba que pudiéramos terminar nuestra conversación antes.
