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Shen Qingqiu ya no puede ir al Pabellón Rojo Cálido a dormir.
Su falta de sueño lo hace actuar de maneras que hacen que Liu Qingge se sienta... frustrado.
El Dios de la Guerra Bai Zhan enc...
Liu Qingge había batido su récord en este punto de cuántas bestias había matado en una sola misión, pero incluso con su espada cubierta de sangre, se sentía inquieto.
Esa sensación solo empeoraba por la noche.
Se había acostumbrado tanto a tener a Shen Qingqiu en sus brazos mientras descansaba, que ahora cuando se acostaba a dormir sentía frío.
Vacío.
Se daba vueltas y vueltas y solo podía dormir pequeños fragmentos.
Como cultivador con un núcleo mucho más fuerte que Shen Qingqiu, los efectos de no dormir no eran tan malos.
Sin embargo, aun así, era algo a lo que estaba acostumbrado, por lo que descubrir que de repente no podía hacerlo lo perturbó. Intentó meditar en su lugar, pero no fue lo mismo.
Sin embargo, no había mucho que hacer.
Tenía que seguir cazando, matando.
Si dejaba que su mente pensara demasiado, volvería a pensar en Shen Qingqiu y eso era algo en lo que realmente no podía permitirse el lujo de pensar.
Shen Qingqiu no era suyo.
Nunca lo había sido y... nunca lo sería. Eran amigos, camaradas, cualquier sentimiento romántico que tuviera no era aceptable.
Y hasta que su mente volviera a estar bajo su control, se mantendría alejado de la secta.
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Shen Qingqiu se sintió molesto. No había visto a Liu Qingge desde hacía días. Había pasado de ser una presencia diaria en su vida a no estar allí en absoluto. Comprendió que el dios de la guerra probablemente se había embarcado en una larga misión, pero eso no cambiaba el hecho de que se sentía agitado.
Un día, Liu Mingyan se acercó y le hizo una reverencia a Shen Qingqiu: "Shen-shibo, ¿has visto a mi hermano?"
—No, no en varios días.
Liu Mingyan pareció sorprendido por esto. "¿En absoluto?"
—No —Shen Qingqiu agarró su espada—. ¿Pasó algo?
Liu Mingyan miró a Shen Qingqiu y dijo: "Creo que debería preguntarte eso".
Shen Qingqiu dejó escapar un suspiro mientras soltaba su espada. "La última vez que lo vi, iba a ir a una misión. Más allá de eso, no sé los detalles. Sería bueno preguntarle a Zhangman-shixiong si quieres más información".
Pero Liu Mingyan no se movió.
"¿Por qué se iría sin ti?", preguntó ella.
Shen Qingqiu tardó unos minutos en comprender por completo esa pregunta. "Mi sueño ya no es un problema, así que no fue necesario que lo acompañara".
