❛2. El brujo❜

792 115 4
                                    

Había magia en cada rincón del mundo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.



Había magia en cada rincón del mundo.

Aemond lo comprendía bien: donde había energía, allí residía magia; donde existía vida, allí se manifestaba la magia; y donde la muerte reposaba, allí también habitaba. La magia no era un simple arte que uno pudiera aprender a voluntad, no; era un don innato, un susurro que sólo los nacidos para ello podían sentir, ver, oír y degustar.

En la genealogía de su linaje, los registros de brujos eran escasos. Los Hightower, de sangre ándala ancestral, eran fervientes seguidores de la fe de los Siete, y la brujería era considerada herejía. Por otro lado, los Targaryen, descendientes de los valyrios de un antiguo imperio mágico, nunca tuvieron registros claros que confirmaran su práctica de la brujería.

Sin embargo, los rumores existían.

Aemond los había escuchado desde niño, cuando, a la edad de siete años, se refugiaba en la biblioteca para escapar de las molestas visitas de su hermano y sus sobrinos. Allí, oía a las sirvientas murmurar sobre él:

"El príncipe Aemond guarda un gran parecido con la antigua reina Visenya, aunque el maestre Thalíos afirma que también se asemeja a la soñadora Daenys."

Visenya, la reina guerrera, era la mayor de tres hermanos y, por derecho, debería haber gobernado, pero su género le impidió tal destino. Se decía que, desolada, se había refugiado en la brujería, guiada por los dioses que la tomaron de la mano y le mostraron el camino que debía seguir. Ella sería la reina.

Por contraste, Daenys, la soñadora, nació con un don especial. Se decía que las soñadoras descendían directamente de Tessarion, diosa de la naturaleza y la caza, protectora de los ciegos. Muchos relatos cuentan que Tessarion concedió su bendición a la joven Daenys durante un baile a la luna, asegurando así la salvación de ella y su estirpe.

Aemond, sin embargo, no tuvo acceso a las tradiciones valyrias durante su infancia como lo tuvieron sus antepasadas. Su madre, devota ferviente de la fe, jamás permitiría que su hijo explorara la magia, los sacrificios, las danzas o los venenos. Todo conocimiento de ese tipo estaba prohibido para el joven príncipe.

Así que lo buscó en secreto. Tras finalizar sus estudios, se escabullía por los pasillos de la fortaleza para sumergirse en el intrigante mundo de las brujas. Su propio mundo.

Pero había algo que lo atormentaba más que nada: la ausencia de un dragón. Lo odiaba profundamente. ¿Por qué no podía tener uno?

Porque no te corresponde, mi niño, susurraban las voces que siempre habían resonado en su mente desde su primer despertar consciente.

Entonces, ¿qué le correspondía? El príncipe nunca lo supo hasta el día del funeral de Laena Velaryon. Fue entonces cuando vio a ella, la reina de los dragones. Vhagar era suya, así como él era de ella.

- ̗̀↳𝐒𝐎𝐑𝐂𝐄𝐑𝐄𝐒𝐒¡!                         House of the dragonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora