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SALÍ DE LA CABAÑA Y ME FUI A LA ORILLA DEL LAGO a revaluar las últimas semanas de mi vida. Últimamente, sueños sobre mi supuesto padre llegaban a mi. Aún no sabía de quién se trataba, pero siempre que parecía estar por descubrirlo, algo detenía mi sueño y me quedaba desorientada el resto del día.

Me senté en la orilla y miré el hermoso lago. Cristalino como los diamantes y tranquilo como la lluvia. Abracé mis rodillas y las pegué contra mi pecho. Apoyé mi cabeza sobre ellas y miles de distintos pensamientos pasaron por mi cabeza.

Me estaba dando una sensación horrorosa en el pecho. Me estaba desesperando por las distintas posibilidades de quien era mi padre.

¿Hermes? ¿Ares? ¿Apolo? ¿Hefesto?

Muchas posibilidades, pero no había ninguna pista concreta.

Me destacaba en todo. Toda mi vida destaque en todas las actividades del campamento en busca de mi papá. Que de alguna forma piense que soy fuerte y que podría ser de ayuda, pero eso jamás sucedió.

El día estaba nublado cuando me había despertado, pero en estos momentos un trueno se escuchó. Cada vez me desesperaba aún más y la lluvia parecía estar más cerca.

Una gota cayó sobre mi cabeza y rodé los ojos. Me levanté para irme nuevamente a la cabaña de Hermes. Aún que no era mi padre, su cabaña también era para los no reclamados.

¡Mi grupo! ¡Algo en lo que por fin encajo!

¿Por qué siempre que estaba en momentos así llovia?

Llegué a la cabaña y vi a Luke con sus amigos. Ya estaba lloviendo, pero no tenía ganas de estar ahí. Me coloqué una sudadera y me dirigí a la puerta.

—¿Adónde crees que vas?— Preguntó con una sonrisa.

—A despejar la mente— Respondí.

—Tienes maneras raras de despejar la mente.

Me encogí de brazos y salí de la cabaña, sintiendo la mirada de Luke sobre mi. Me coloqué la capucha y me dirigí hacia el campo donde practicabamos arco y flecha. Sonreí al tomar mi arco y vi mis cuatro blancos. La primera flecha ya estaba en posición y disparé, justo en el blanco.



























Estaba en mi practica de espada y sonreí al ver como le ganaba a alguien por cuarta vez.

—¿Quien quiere ser el siguiente?— Pregunté con una sonrisa desafiante.

—¡Yo!

Un niño rubio que no podía llegar a verlo con claridad por culpa de la niebla se atrevió a desafiarme.

Fruncí el ceño y acepté la batalla. Nos pusimos en nuestras posiciones y sabía que tenia a todo el campamento mestizo mirándonos.

Espero que mi padre también lo esté.

La batalla había comenzado y yo me sentía lista. Me sentía superior ante el niño esté que acababa de conocer. Sus movimientos eran muy notorios. Sabía lo que iba a hacer cuando movia su mano tan solo dos centímetros.

Bueno... No todas las veces eran movimientos anticipados.

Hizo un movimiento rápido que no lo vi venir y...

—¡Gwen, despierta!

¿Despierta? Ya estoy despierta.

—¡Vamos, Gwen!— Unas manos me sacudían de un lado al otro.

Abrí los ojos, asustada. Era la madrugada y hace poco había dejado de llover.

Mire a mi al rededor y me encontré con Annabeth mirándome, desesperada. Le pregunté que le pasaba e insistió en qué alguien estaba llegando al campamento y que necesitábamos ir a la colina.

Además de buena amiga, Annabeth era insistente. Así que no me quedó más opción que seguirla hasta lo más alto de la colina.

Al estar en la cima, veiamos llegar a Grover con un niño rubio. El niño estaba más inconsciente que consciente, y Grover cargaba con el peso de él más el del muchacho.

Tenia sueño. Me quería ir de allí. Pero todo el cansancio se fue al ver el cuerno de un minotauro en manos del sátiro que acompañaba al nuevo campista.

—¿Eso es...?— Pregunté, señalando.

—Sí. Sí lo es— Respondió Annabeth, sorprendido al igual que yo.

Grover estaba llegando a la cima de la colina y aunque queríamos ayudarlo, Quirón no nos permitía salir.

Cuando el sátiro llegó, el rubio se recostó en el suelo sin darse cuenta de que decenas de adolescentes estaban a su alrededor, mirándolo. O tal vez si lo sabía, pero no le importaba.

Todos hacían comentarios al respecto de la situación. Nadie pensaba en que él niño nos podría estar escuchando. Cada teoría que escuchaba era más loca que la anterior.

—Debe ser el indicado — Pensó Annabeth en voz alta.

—Silencio, Annabeth— Ordenó Quirón—.Ya despierta, por favor. Denle algo de espacio— Todos nos movimos de lugar para que el oxígeno llegara al chico nuevo—. Bienvenido al campamento, Percy Jackson. Te estábamos esperando.


















Holiiiii. Soy Julianna y tengo 14 años. Soy nueva en esto de escritura y espero puedan entenderlo. No soy la mejor, pero intento serlo ❤️

¡Capítulo corto por ser el primero!

¿Que les parece?

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⏰ Última actualización: Sep 18 ⏰

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