Tras la transformación, Bárbara fue conducida a un apartamento justo encima de la peletería de Mistress Roslynd. Era un espacio pequeño y funcional con una pequeña cocina, un saloncito muy coqueto y la que sería su habitación, el espacio más grande de la casa aun sin incluir el baño completo.
Su habitación era una estancia amplia de diferentes tonos de rosa con un suelo cubierto de una moqueta de pelo. El centro de la estancia era una preciosa cama con dosel llena de lazos y detalles en piel, con múltiples cojines y almohadas. Había un tocador de suaves tonos rosas con tres espejos grandes así como otros dos más pequeños sobre brazos articulados en la esquina opuesta a la puerta. El tocador tenía varios estuches de maquillaje, paletas y utensilios así como una tablet.
En otra de las esquinas había un divino espejo de cuerpo entero. Una de las paredes era una gran armario lleno de diferentes prendas y zapatos.
Bárbara aún se encontraba en shock. El día anterior era un joven llamado Brad que quería comprar un abrigo de piel para el que había ahorrado meses. Ahora era una chica guapísima llamada Bárbara. Por más que se miraba en el espejo y tocaba cada parte de su cuerpo no se lo podía creer. Le gusta pasar sus manos libres de heridas y magulladuras por la melena de color black amber que le llegaba hasta la mitad de la espalda. El pelo caía con un volumen increíble en suaves ondas y algún tirabuzón. Las manos que lo acariciaban eran finas y delicadas rematadas con unas bellas uñas largas y perfectamente arregladas. Parecían esculpidas en mármol, pero un mármol suave y como de terciopelo.
Sus manos pasaron ahora a seguir el contorno de su cara. Su cara, de alguna forma se reconocía en ella pero a la vez era tan diferente. Las cejas perfectamente depiladas, unas pestañas enormes que enmarcaban sus hermosos ojos de color miel, una nariz fina casi respingona y una boca carnosa y roja que invitaba al deseo.
Sus manos palpaban suavemente sus marcados pómulos cuando Mistress Roslynd la interrumpió.
-Bárbara, cariño, hoy es el primer día del resto de tu vida. Y lo primero que te voy a enseñar es a maquillarte. Una sissy nunca puede ser vista sin maquillaje salvo por su Mistress y solo si esta se lo permite, claro. Por el momento, te ayudaré durante unos días mientras aprendes la base de un buen maquillaje sissy. Después, tendrás que estar siempre preparada. Cuando hablemos de las rutinas te lo explicaré mejor. Por el momento, veamos para que sirven todos estas brochas, pinceles y demás juguetitos.
Con paciencia, Bárbara reproducía los movimientos y órdenes de mIstress Roslynd. Se peleó con el eyeliner para conseguir sacar una línea recta, se metió el rímel en el ojo varias veces hasta que lo dominó, aprendió el orden exacto de las capas de color y glosh para los labios y fue instruida en el noble arte del contouring.
Mistress Roslynd le explicaba alguno de los conceptos y luego se iba dejando a Bárbara sola con tutoriales pormenorizados protagonizados por otras sissies. Tras unas horas, Mistress Roslynd regresaba y valoraba el trabajo de Bárbara realizando las correcciones necesarias de forma constructiva y alentadora. "Un poco más de iluminador, querida, esos ojos tienen que brillar.", "No te pases con el rímel, nadie quiere ver esas hermosas pestañas arruinadas por un pegote de maquillaje, ¿verdad, cariño?" "Esos labios tienen que gritar cómeme, corazón" le decía Mistress Roslynd.
Bárbara demostró ser una gran alumna y al cabo de una semana podía maquillarse de forma excelente por sí misma. Así, que por la mañana del séptimo día, cuando Mistress Roslynd entró en su habitación, se encontró con una hermosa joven bellamente maquillada.
-Estás estupenda, cariño, bárbara como diría tu abuela. Es hora del siguiente paso.
ESTÁS LEYENDO
La fantabulosa historia de Sissy Bárbara y como conquistó el mundo
General FictionEl joven Brad va sufrir una transformación que lo convertirá en la hermosa sissy Bárbara. Este camino le llevará a conocer a gente maravillosa, disfrutar del sexo como nunca hubiera creído y lucir espectaculares vestidos.