Capítulo 9- La perfecta sissy: Rutinas de una sissy

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Una vez dado el paso de presentarse a sus padres, Bárbara estaba lista para servir a Mistress Roslynd. Lo primero fue mudarse a la mansión que tenía en las afueras de la ciudad. Una magnífica casa de estilo art-decó con un precioso jardín donde se situaban varias casas de invitados.

Su cuarto era prácticamente una reproducción del que había ocupado sobre la peletería salvo porque en vez de armario tenía un vestidor con una selección mayor de ropa. Aunque principalmente estaba lleno de variaciones de trajes de doncella en diferentes colores y materiales, desde satín hasta latex. También había una puerta que comunicaba directamente con el cuarto de Mistress Roslynd y otra con un baño más espacioso que el de su apartamento.

Su día comenzaba a las 5:30. Levantarse, ducharse, desayunar algo ligero, arreglarse como una buena sissy maid. El maquillaje, el pelo, el vestido. Todo en su sitio. Para las 6:30 preparaba el desayuno de Mistress Roslynd mientras ella se arreglaba. A las 7:00 se lo llevaba a la habitación y le recordaba a Mistress Roslynd la agenda del día. Al acabar, recogía los platos y los fregaba.

Bárbara se quedaba en la mansión arreglando la habitación de Mistress Roslynd, limpiando el polvo, pasando la aspiradora, fregando suelos o lo que tocara. Había varias personas de servicio como los jardineros o la cocinera, pero la limpieza era su trabajo. Y no era fácil. La mansión era gigante. Los primeros días no era raro que se perdiera al cabo de un rato, totalmente desorientada. Sabía que nunca podría limpiar todo con el nivel que desearía para Mistress Roslynd pero no por ello dejaba de intentarlo.

Sobre el mediodía, paraba para comer y consultar con la secretaria personal de Mistress Roslynd, una encantadora chica llamada Linda, los asuntos pendientes de su mistress. Bárbara aprovechaba siempre para charlar un rato con Linda pues, al fin y al cabo, era la única chica joven con la que tenía algún tipo de relación. Además, estaba al tanto de todo y no tenía que explicarle las razones de sus preguntas. Cosas como qué hacer para que las braguitas no se metan por la raja del culo, o cómo hacer que sus uñas aguanten más tiempo sin dañarse. Para Bárbara todo era nuevo y había muchas preguntas con las que no quería importunar a Mistress Roslynd.

Después de comer aprovechaba para estudiar costura y diseño. Quería darle una sorpresa a Mistress Roslynd confeccionando un vestido para ella. Pero aún le faltaba mucho. Lo más difícil sería sacar las medidas de Mistress Roslynd sin que se diera cuenta. Aunque se las iba ingeniando aprovechando en momentos fugaces para medir a ojo la longitud de los brazos o de las piernas comparándolos con sus propias medidas.

Sobre la 1:30 aprovechaba para preparar las bolsas para mandar a la lavandería. Tanto su maravillosa ropa como la de Miistress Roslynd era demasiado delicada para simplemente meterla en la lavadora. Aunque cada 3 o 4 días hacía una colada con la ropa de cama, toallas o trapos de cocina. Luego remataba algún recado que quedara y para las 3:30 ya había acabado con las tareas del día así que tenía un rato que aprovechaba para ver tutoriales de maquillaje o de moda mientras hacía algo de ejercicio en el gimnasio de la mansión. Como buena sissy tenía que mantenerse siempre hermosa y bella para su mistress así como estar a la última de tendencias de moda con las que agradarla.

A las 4:30 se iba a duchar, cenar algo y arreglarse de nuevo para recibir a Mistress Roslynd mientras veía tutoriales sobre como comer bien un coño o un culo o sobre novedades de juguetes sexuales. Justo antes de llegar Mistress Roslynd recibía un mail de Linda con los asuntos del día siguiente. Una vez que Mistress Roslynd acababa la cena, pasaban al salón. Allí Bárbara escuchaba como le había ido el día a Mistress Roslynd mientras le preparaba algún cocktail según su humor.

Mientras el alcohol hacía su efecto y Mistress Roslynd se relajaba en el sofá, Bárbara se arrodillaba junto a ella y procedía a comerle el coño. Había días que aplicaba las nuevas técnicas aprendidas, otras se dejaba llevar según el sentir de Mistress Roslynd. Si estaba de humor, pasarían a un cuarto secreto detrás de un magnífico espejo de marco dorado. En el cuarto disponían de todos los juguetes necesarios. Dildos, strapons, correas, mordazas, cepos, jaulas. Una lista enorme de herramientas para el placer.

Durante semanas, esta fue la rutina de Bárbara. Como buena y diligente sissy maid, mantenía la casa limpia y ordenada para que su mistress estuviera contenta y plenamente satisfecha. Ella se esforzaba y no dejaba de estudiar y practicar para ser la mejor sissy que Mistress Roslynd pudiera desear. No sabía mejor forma de agradecerle todo lo que había hecho hasta ahora por ella. Y Mistress Roslynd también estaba muy satisfecha. Era hora de un nuevo paso en la vida de Bárbara. Hora de trabajar en los negocios de Mistress Roslynd.


La fantabulosa historia de Sissy Bárbara y como conquistó el mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora