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cap 23 y 24

Capitulo 23
A downfall

Dentro del dormitorio se podía ver a Rottem sentado en el borde de la cama con ambas manos apoyando su cabeza mientras usaba las rodillas y el regazo como base.

En ese momento temblaba, aunque lentamente, mientras recordaba la última palabra que había oído del jefe de familia de su esposa.

En el momento en que le mostraron la evidencia, supo que incluso si intentaba defenderse, tenían todo que los respaldaba, desde el dispositivo, la hora y las ubicaciones desde donde se enviaron hasta la dirección IP de los receptores.

Incluso él, como ingeniero informático, tenía dolor de cabeza al pensar cómo había logrado recolectarlos, pues recordaba haber cambiado de teléfono varias veces.

Después de pensarlo durante unas horas, se le ocurrió la única explicación razonable que se le ocurrió.

Lo que fue que alguien logró rastrear todo usando solo su número de teléfono y correo electrónico como punto de anclaje y rastreando las cadenas desde allí.

Aunque la idea parecía plausible, si intentaba ejecutarla fracasaría en el primer paso, por lo que simplemente la comparó con las capacidades de los equipos de seguridad de las familias Rothschild y con eso renunció a pensar en cómo lo hicieron.

Ahora empezó a pensar en cómo reaccionarían los Morgan. Esperaba que la familia lo expulsara debido a este error.

Esta comprensión le llegó como si se estrellara contra el sol.

Aunque su divorcio no signifique nada para los Morgan, deberán mantener la apariencia de querer continuar con la poca paz que lograron negociar con los Rothschild, que se concretó con su matrimonio.

Los Morgan necesitaban mantener esta pretensión tanto tiempo como pudieran, debido a que aún no se habían recuperado a su estado anterior debido a su última guerra financiera con los Rothschild que condujo a la crisis financiera de 2008.

Fue un duro golpe para ellos.

Esto le dio una certeza del 100% de que sería abandonado por la familia y sería considerado como un pequeño precio a pagar por la paz.

"Al menos no me quitarán todo, lo considerarán como el pago por servirles", pensó Rottem mientras esperaba que su familia no le quitara nada, sino que simplemente no lo apoyara en ninguno de sus proyectos futuros.

Lo que más lo tranquilizó fue que, para el mundo exterior, todavía era profesor de la famosa Universidad de Columbia, lo que significaba que todavía podía ganar dinero, aunque poco en comparación con sus ganancias anteriores.

Aún podría subsidiarlos con los sobornos habituales que estaba acostumbrado a aceptar, por lo que lo único que le faltará será el respaldo de su familia.

"Al menos estaré libre de su control a partir de ahora", trató de consolarse tratando de hacerlo pasar por algo positivo.

"Seré un profesor normal, lo que significa que ya no tendré a nadie cuidándome las espaldas", añadió delirio tras delirio.

"Además, ya no tendré que ver la cara de esa perra". Se le escapó una sonrisa espeluznante al pensarlo.

Después de pasar más de media hora intentando recuperar la confianza, necesitaba desahogar la frustración, así que tomó el teléfono de la cama y llamó a su amante.

drrrrrr drrrrr

"Hola, ¿quién habla?" se escuchó una voz soñolienta del otro lado del teléfono.