la villa

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Emma:

La casa era grande, bastante bonita y con una decoración muy veraniega, todo en tonos blancos, azules, verdes, etc...

-Su habitación es la de la puerta azul, tiene un pez dibujado en blanco -indico Mariana con una sonrisa-

-gracias -hable sonriéndole a la pelicorta-

Para poco tardar en subir junto a Mauro a aquella habitación.

Estábamos allí ambos solos, pues todos habían ido a explorar sus habitaciones, para al Mauro abrir la puerta y ver aquello no saber si quiera como reaccionar.

Sobre aquella colcha blanca había un corazón hecho por petados de rosa, mientras que en medio había una caja envuelta, con una nota encima.
En cada mesita de luz también había una pequeña bolsa, una violeta y otra rosa.

-No quiero saber que es eso -hable señalando aquella caja alargada que se encontraba envuelta sobre la cama-

Era algo de esperar, aunque interiormente suplicaba que no fuese lo que pensaba.

Mauro tan solo soltó una pequeña risa, para así acercarse a la cama y agarrar aquella nota.

-Para que se diviertan un poco, porque Mauro es un básico -lello el chico-

Vale, sin duda es lo que pienso
Pensé...

-Quieres abrirlo tu? -pregunto el chico dándome la caja-

-no gracias -hable seria-

Aún me costaba trabajo eso de no ser tan grosera con Mauro, para mí el tenía la culpa de todo esto, aunque ya habíamos hablado mil veces de que aquello no era así.

Me acerqué a la bolsa rosita, para ver mi nombre en aquella tarjeta que se encontraba apoyada en esta, tan solo agarrar la nombrada y leer.

No sabía qué color te gustaría más, así que elegí mi favorito

Vicky xxxx

Al leer aquello instantáneamente una sonrisa se escapó de mis labios, para al abrir aquella bolsa y sacar lo que guardaba borrarseme instantáneamente.

Lencería Rosa de encaje...

Por una parte me encantaba la idea de que aquella chica lo hubiese elegido pensando en mi con ello puesto, por otra ni siquiera quería ponérmelo para estar con Mauro.

-Se pasan -hablo Mauro-

En ese momento miré al chico, el cual tenía en sus manos unos boxers de leopardo bastante feos para decir verdad, de una marca la cual desconocía, pero suponía que era cara, al igual que mi conjunto.

En un momento mi mirada se desconsentro, dirigiéndose a la cama y viendo allí papel de regalo roto y esa caja negra con el dibujo de un dildo azul celeste.

Incluso una arcada me dio al ver aquello, me daba asco, era repulsivo para mí...

-no vamos a usarlo, tranquila -aclaro Mauro-

-ya lo sé, no me dejaría -hable para así volver a meter aquello en la bolsa- voy a darme un baño -hable seria para entrar al baño que tenía la habitacion-

-vale

Fue lo último que dijo el chico antes de que cerrase la puerta.

Llene la bañera y le puse algún producto que estaba por allí para que hiciera espuma, el vapor del agua caliente había empañado los cristales y yo recién había empezado a desnudarme.
Para al finalizar aquel gesto, tan solo introducir mi cuerpo dentro de aquella bañera, bastante grande por cierto.

Estuve llorando en la bañera un buen rato, lloraba por mi, por lo que tendría que hacer, por lo que sería de mi vida desde ahora, lloraba por no poder vivir libre, por no poder amar bien, por no poder ser correspondida, lloraba porque mis padres decidían con quién y como vivía, porque lo hacía y hasta cuando, lloraba por todo eso y más...

-Se puede? -escuche una voz femenina, después de dos golpes en la puerta de aquel baño-

-si -hable aún undida bajo la espuma-

-Estas vestida? -pregunto la chica abriendo la puerta y entrando al baño de espaldas, para no verme-

-puedes mirar, no tengo nada que tú no tengas -hable después de soltar una pequeña risa-

Aunque para que mentiros, la idea de que aquella pelirroja me viese desnuda no era una idea que me desagradaba, de hecho incluso me daba un poco de morbo el pensar, que pensaría ella al verme como dios me trajo al mundo...

La chica se dio la vuelta después de escuchar mis palabras, para asi poder observar sus mejillas un poco sonrojadas, aunque bajo la mirada casi al instante de darse la vuelta.

Gracias al espesor de la espuma no se podía ver más que mis hombros, pero aun asi estaba claro lo que habia bajo, exactamente nada.

-solo te iba a decir que saldremos jangueo más tarde, para que te prepares y eso

-esta bien, gracias -hable sonriéndole-

-bueno, me voy -hablo señalando la puerta a su espalda aún nerviosa-

-Vicky -la llame antes de que se marchase-

-Si? -pregunto un poco nerviosa, levantando la vista por primera vez para verme a la cara-

-Gracias por la lencería -hable con una sonrisa coqueta-

-de nada -hablo esta sonrojándose aún más, para tapar su cara con su mano y soltar una pequeña risa-

La había puesto pachosa?
Pensé...

-MARIA VICTORIA -se escucho un grito-

-me reclaman -hablo la pelirroja para volver a señalar la puerta a su espalda-

-si, mejor ve -hable para soltar una pequeña risa, dedicándole una sonrisa a la chica-

-adios -hablo saliendo de alli-

-chao -hable una vez la chica ya había salido a alli-

Poco tarde en salir de aquel baño para comenzar a prepararme.
No tenía ganas de aquella noche, no tenía ganas de pasar tiempo con Mauro y mucho menos de acostarme con el, pero moría por pasar tiempo al lado de Victoria y aquello era peligroso.

No podía denchularme de la mejor amiga de mi marido, no podía denchularme de otra mujer...

Preparé mi piel y mi cabello, para luego elegir un oufit y comenzar a maquillarme, acabe tan planchandome el cabello pues no tenía ganas de hacerme un peinado elaborado.

Me había puesto un vestido el cual aún no había estrenado, pues Mauro me lo había regalado o más bien ya estaba en la casa donde ahora vivíamos juntos cuando llegue.

Aquella cremallera no subía, era complicado hacerlo sola, asique aún dudando antes, sali de mi habitación para tocar la puerta de más cercana a nuestra habitación.

Poco tardo en abrirse la puerta, dejando ver a María Victoria con una toalla enrrollada en su cuerpo y otra en su cabello.

Una condena por amor silenciado (Young Miko) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora