ᯓᡣ𐭩Capítulo 9.ᐟ ⊹

1.5K 153 22
                                    

LALISA MANOBAL.

Bajé las escaleras con rapidez hasta llegar a la mesa, donde se encontraba mi familia, me dirigí con mi abuela y la saludé, para después servirme mi desayuno, ignorando a mis padres. No prestaba atención a ellos, porque ellos no me prestaban atención a mí.

Acostumbré a ser así, y por esa razón, hoy tenía la mirada de mi madre puesta en mí, como si hubiese sido la primera vez que tengo ese tipo de reacción. Pasé de aquella mirada y me concentré en terminar mi desayuno.

—Se ha estado comentando...

—No empieces, Reiga —le cortó mi abuela—. Estamos teniendo un buen desayuno.

—¿Buen desayuno? —soltó una risa—. Tu nieta no hace más que hacer y deshacer, está así porque tú la malcrías.

—No —intervine—. Estoy así porque me a la gana, no metas a la abuela en esto. Y resulta que ahora te preocupas, no seas hipócrita, Mamá.

–No soy hipócrita, solo sincera. Escucho lo que dicen de mi hija, por Dios, Lalisa, arréglate —dijo con ese tono de voz que tanto me irritaba—. Solo escucho decir que mi hija ahora persigue a una niñita. ¿Para eso aceptamos tu sexualidad?

—Lo que ustedes digan o no, me tiene sin cuidado —repliqué—. Nunca te tuve como madre y ahora quieres ser la madre ejemplar, no finjas, no conmigo.

—Hemos estado rodeados de escándalos por ti, lo mínimo que nos puedes dar es un segundo de paz —repuso.

—Reiga, ya no más —amenazó mi abuela—. Estás propasando los limites y eso no está correcto. Mi nieta no debe nada a nadie y hace lo que quiera con su vida.

—¡Es que por eso mi hija está así! Y te llegará el Karma, porque eres tú quien la ha estado malcriando todo este tiempo —acusó mi madre—. Mírala, no tiene responsabilidad. Ni siquiera nos ha presentado a alguien, sé la pasa de chisme en chisme en la universidad, y gracias a Dios la abuela es dueña porque si no estuviéramos buscando donde sería correcto para ella sin que utilice a alguna de esas muchachitas.

—¡Ya no más, mamá! —grité poniéndome de pie—. Tú nunca has confiado en mí, en que puedo cambiar y dar más.

—Porque no puedes —contestó—. No puedes porque no quieres.

—Basta de hablarle así a mi hija, Reiga —mi padre la fulminó con la mirada—. Todo este tiempo solo la has tratado mal.

—Porque no quiero que se descarrile más.

—¿Más?, yo lo que soy no es gracias a ti, y puedo ser lo que se te dé la gana, muy infiel y poco estable, pero escúchame, mamá, jamás he ofendido a nadie hasta el punto en el cual tú has hecho conmigo.

—Solo he querido lo mejor para ti, y deja que se enteren de lo que has estado haciendo con tu "prima" —soltó una risa burlona.

—Mamá —aseveré—. No te atrevas.

—Oh, no, si se enteran no será por mí —agitó las manos—. Tu tranquila. Pero eres una cínica, Lalisa. Para ser mi hija, eres mucho más astuta de lo que pensé.

—¿Se puede saber de qué están hablando? —quiso saber mi abuela.

—De nada, Abue, lo que pasa es que a mi madre le molesta la felicidad ajena, siempre quiere arruinarla. Para ser madre tiene la sangre fría. Se me quitó el hambre, adiós, Abue.

—Espera, hija.

—No, abuela, este lugar no es el mío. Te veo en la universidad.

Salí de allí con el corazón en la mano, eran sensaciones que nunca me importaron, nunca le di explicaciones a nadie, pero tampoco me enfrenté a las palabras crudas saliendo de ella, escuché miles de quejas por parte de otras personas, no obstante, cuando venía de alguien que medianamente te importaba, era mucho más tedioso de escuchar.

This Side Of Paradise. (jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora