ᯓᡣ𐭩Capítulo 28.ᐟ ⊹

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JENNIE KIM.

—Mamá, por favor, no la dejes sola ni un solo segundo —le pedí a mi madre, mientras me acercaba a Dana—. Ella en serio no se puede quedar sola.

—Hija, yo sé, tranquila, la cuido mejor que cualquiera. Sabes mi rutina, en la tarde le doy un paseo por el parque —mi madre dejó a Dana en la cuna—. Vete a trabajar y cualquier inconveniente te voy avisando.

—Bien, espero que sí. Cuídate mucho —me acerqué a la cuna para despedirme de mi hija—. Te amo mucho, preciosa.

Salí de la casa, pero pensando en los miles de posibilidades de todas las cosas que podían pasar hoy, sin embargo, me enfoqué en lo más importante al momento de llegar a la empresa. El trabajo tenía que llegar a su fin, y la construcción iba avanzada.

Entré a la sala de juntas, dejando mis cosas a un lado, no había nadie allí. Me apoyé de espaldas a la mesa y saqué mi celular, marcando el número de Lisa para ver cuan cerca estaba, pero justo ella entró, levando el celular, muestra de que ya estaba aquí. Colgué la llamada.

—Te extrañé muchísimo —avancé para besarla—. ¿No te han dicho que tomar un vuelo por una semana es delito? Dejar a tu novia es un delito.

—Lo es, por eso estoy aquí —me cargó hasta subirme en la mesa—. Porque extrañé a mi novia con locura, aunque el ser mi esposa te quedaría muchísimo mejor.

Enterré mis manos en su cabello oscuro, empujando su cabeza para que así me besara, la sensación de tener su lengua en mi boca y de que ella tomara posesión de mí, era malditamente excitante, pero también me gustaba tener posesión de ella, así como ahora.

Guíe su mano hasta uno de mis pechos e hice presión allí, Lisa soltó un gemido contra mis labios, incapaz de controlarse. Quería ser suya, que me tomara, pero sabía perfectamente que ella no lo haría ahí, no obstante, no quita la imagen de mi mente y los recuerdos de lo que aún no pasa en aquel lugar.

Apoyó su frente con la mía en un beso esquimal, suave, melifluo, lejos de ser adorable, era significativo. Ella sonrió. Se había ido a un viaje durante una semana completa por otros temas de trabajo, eso era lo mismo que perderla por una vida, no quería estar lejos de ella, no cuando por fin podíamos estar juntas.

—Te traje algo de ese viaje —dijo acariciando mi cintura—. Y espero que te guste mucho —salió de la oficina y regresó con una caja de tamaño mediano, envuelta en papel de regalo. Lo abrirás exactamente en Navidad.

—Pero para eso faltan dos meses, Lalisa —la miré mal—. Estás loca, ¿y si es comida?

Sonrió, —Nini, si fuera comida no te dijera que lo abrieras en dos meses. Quiero que sea justo ese día, mi bebé. Además, ese día será muy especial, ¿lo harás por mí?

—Aunque falte mucho tiempo —me mordí el labio inferior con fuerza—. Me muero por hacer el amor contigo.

—Podemos ir a mi casa, aún no llegan los demás —me jaló por el cuello para que la besara—. Puedo hacerte entender cuanta falta me hiciste —Lisa hundió sus manos por dentro de mi vestido—. Sacarte esta molesta ropa y dejarte solo en desnudez para yo poder tocarte a mis anchas.

—No provoques lo que no te vas a comer, Manobal —puse mi dedo índice en sus labios—. Eres atrevida.

—Si te subo el vestido aquí y me agacho para comerte, no creo ser tan atrevida, ¿cierto, amor?

—Eres muy chistosa, provocas, te encanta hacerlo para luego... —mi celular sonó, interrumpiendo el momento—, espera un momento... es mi madre, seguro algo pasó con Dana.

This Side Of Paradise. (jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora