ᯓᡣ𐭩Capítulo 25.ᐟ ⊹

1.6K 187 30
                                    

LALISA MANOBAL.

—¿Crees que le gusten las flores que le envié ayer en la noche? —le pregunté a Love, mientras terminaba de preparar mi desayuno—. Eres un mal amigo, no me diste tu opinión —Love soltó un ladrido—. ¿Sí? Eso pienso. Tienes razón.

Me moví por toda mi cocina, estaba preparada para ver una película sola, o preferible sentarme a ver la ciudad, de donde yo vivía se podía ver perfectamente. Lo único que no quería hacer, era comerme la cabeza, pensando en ideas locas.

Más bien, quería centrarme en lo importante, después de la comida dejé una serie de papeles sobre la mesita de centro, absorta en los próximos trabajos que tengo pendiente. El timbre de mi loft llenó el lugar, arquee las cejas, y me arrastré hacia ella, abriendo y encontrándome con un rostro familia y tedioso.

—Sigo diciendo que esto aquí es hermoso, mira las vistas —opinó Visha—. Qué rico sería hacer el amor aquí.

—Visha, ¿qué haces aquí? Vete, por favor —hice un ademán hacia la puerta—. No te quiero aquí.

—Me vas a tener que querer, Lalisa —se acercó a paso peligroso—. Que bien hueles, me recuerda a los tiempos de antes, cuando tú y yo...

—No existió ni existirá un tú y yo, Visha —la esquivé—. Me provocas asco, eso es lo único que me provocas.

—Tú fuiste la que hiciste eso, no te costaba nada elegirme a mí —me inculpó—. Además, yo te ofrecí que nos fuéramos, ella no te ofrece lo que yo sí, y mírate, estás sin sexo ¿desde hace cuanto? Perdiste la cuenta.

—Estoy así porque yo lo elegí, Visha. Deja de culpar a Jennie, y esto fue cosa de dos, nos odian a las dos por todas las mierdas malas que hicimos —resoplé—. Vete, Visha.

—No quiero —se plantó ahí, en el medio de mi sala de estar—. No quiero irme y no me iré solo porque tú lo dices.

—¡Esta es mi casa!

—Pues no me iré y para sacarme tendrás que llamar a la policía o arreglártelas —espetó.

—¿Te estás escuchando? —rebufé—. Estás demente. No sabía que eras así, de haberlo sabido...

—¿Qué? ¿No te metes conmigo? Ya es tarde, Lalisa —se acercó y comenzó a pasar sus manos por mis hombros—. Te deseo tanto, no sabes hace cuanto no estoy con una persona que me provoque como tú —repartió besos por todo mi cuello—. Que me levante el deseo de esa manera.

—No, Visha —mascullé.

—Sí, sé que quieres, sigues siendo la misma. Eso de que cambiaste es una mentira —acarició mi cabello, y antes que fuera a más, la detuve.

—¿Cómo tienes el descaro de aparecerte aquí y fingir que nos amamos? Yo lo que siento por ti es repulsión, Visha —aclaré—. Nada más.

—Yo recuerdo todo lo nuestro —sonrió con malicia—. Nuestro sexo en la ducha, en la ventana, ¿recuerdas eso? Cuando me pedías siempre que no gimiera alto para que no se dieran cuenta, claro que lo recuerdas.

Mi mirada solo iba dirigida a ella con un sentimiento; odio. Era el único sentimiento que salía de mí hacia ella en este momento. Como sus palabras, esas mismas palabras que antes me hubiesen enloquecido, hoy cobrarán sentido de manera diferente.

—Solo quiero que cumplamos nuestra promesa —agregó.

—¿De qué promesa hablas? —la miré horrorizada—. No sé a qué te refieres.

—Dijiste que si una de las dos estaba en peligro o se sentía mal, la otra estaría ahí —envolvió sus brazos alrededor de mi nuca—. Y para eso estoy aquí, tú me haces sentir lo que nadie jamás pudo.

This Side Of Paradise. (jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora