ᯓᡣ𐭩Capítulo 20.ᐟ ⊹

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LALISA MANOBAL.

Creo que nunca había entendido la diferencia entre ver y apreciar el cielo, hasta que lo vi en sus ojos. El tiempo probablemente se detuvo y me permitió soñar despierta con sus labios enseñándome una sonrisa, su sonrisa, la sonrisa más hermosa de todas.

Mi corazón se detuvo junto al tiempo, antes de dispararse y hacerme notar cuan viva estaba. No pude evitar recorrer sus ojos, notar lo bonita que es su nariz y volver a enamorarme de su sonrisa. No hay nada como mirarla, no hay nada como detenerse mientras el mundo avanza y solo somos ella y yo, aunque sea la primera vez.

Vi esos ojos en otra vida y los perseguí en esta.

No tengo duda.

Así la veía yo, era imposible no hacerlo desde mi posición, mirándola directamente a esos ojos que de vez en cuando capturaban mi mirada, era quizás por casualidad o ella de verdad me buscaba. Estaba tan perdida en su mirad o en cualquier cosa que implicara cercanía con ella, que me era difícil concentrarme en lo que tenía que concentrarme, que era mi trabajo.

Sentí una sensación extraña en mi pecho, y regresé la mirada a Darcie, quien me explicaba una serie de papeles de los cuales yo había perdido el hilo. Fingí estar pendiente a sus palabras, cuando realmente no tenía ni la menor idea a lo que se refería.

—¿Me estás escuchando? —preguntó Darcie—. No, no lo estás haciendo. Lalisa, tenemos que...

—Lo sé —la interrumpí—. Pero es que ella se ve hermosa hoy.

—Se ve hermosa, pero tenemos mucho trabajo —Darcie pinchó mi mejilla—. Vamos a esto.

Seguí los reclamos de Darcie y presté atención, con mi mirada desviándose una que otra hacia Jennie, no sabía como iba a demostrarle que había cambiado, pero de alguna forma tenía que pasar. Todo lo que pasó el resto del día, fui yo tratando de concentrarme al trabajo sin sentir una oleada de asco por como Caín se acercaba a ella.

No tenía el derecho de reclamar nada, mucho menos mirar a esa dirección con el odio que estaba mirando, no soportaba verlo cerca de ella. Yo conocía sus intenciones, no me hacía ser una Genia para darme cuenta de la realidad.

Él no solo quería ser amigo de Jennie, quería mucho más que eso, ser el padre de la bebé, ser el esposo de la mujer que yo quiero y para el colmo, también tener el control de todo, incluso de Jennie. Pero ella no necesita que nadie tenga el control de su vida.

Es una mujer fuerte, linda y puede conseguir todo lo que se proponga sin ayuda de nadie, destacando incluso en lo que pensamos que era imposible.

Ella lo lograba.

Caín entró a la oficina y le entregó un café a Jennie, uno el cual ella agradeció, pero lo dejó a un lado, siguiendo con su trabajo. Me puse de pie y como si de un accidente se tratara, golpee el vaso, dejándolo caer al suelo.

—¡Mierda, perdón! —me llevé la mano a la cabeza—. No puede ser, ahora mismo lo limpio.

Caín me miró friamente, —Déjalo ahí, ya lo tiraste, una de limpieza vendrá a arreglarlo.

—No, yo lo arreglo. Que sean personas de limpieza no quiere decir que las tendré como animales busqué servilletas y comencé a limpiarlas—. Listo. Perdona por tirarte el café, Jennie.

—No pasa nada —se paró de su asiento—. Iré a ver como está Dana.

—¡Yo iré contigo! —dijimos Caín y yo al mismo tiempo.

—No, yo voy sola —pasó a nuestro lado.

—Por tu culpa —graznó—. No dejas de meterte en lo que no te importa, ella ya no te quiere.

This Side Of Paradise. (jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora