16. Mi mayor pesadilla

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POR FAVOR, VOTAR SI OS GUSTA 💞

Una flecha vuela directa hacia mi estómago. No puedo reacción, solo puedo cerrar los ojos y esperar a que acierte.
Pero no lo hace, la flecha vuela por el aire sin destino fijo. Veo a la chica tirada en el suelo, peleando con un cuchillo debajo de alguien que no estaba ahí hace unos segundos. Es Jake.

-¡La tengo! -grita alguien y todo se vuelve un caos de gritos eufóricos. Los del otro se juntan y se ponen a saltar, han capturado la bandera, han ganado.

Todo el público se reúne con ellos, compartiendo la alegría del momento. Mientras tanto, mi equipo se queda abandonado, ya nadie nos hace caso. Miro a mis compañeros. Alexa le está pegando patadas a un árbol, Alex está de rodillas en el suelo, Jake está al lado suya tumbado con las manos cubriendo su cara. Isabella está intentando contener las lágrimas, voy corriendo a abrazarla, dejo que suelte todo lo que lleva dentro. Yo también tengo ganas de llorar, muchísimas. Pero no me lo permito, tengo que ser fuerte, aunque no quiera, tengo que ser fuerte por ella.

Lo íbamos a conseguir, estaba casi en nuestras manos. Todo el fuego que sentíamos se ha apagado, ya no queda nada, solo cenizas.

En algún punto Isabella me suelta para irse a llorar sola. Yo me doy la vuelta y observo la escena, estamos todos hechos polvo. Veo a Álex, que mira al suelo sin animo de nada. Me arrodillo a su lado y le cojo la cara. Cuando me mira veo en sus ojos la tristeza y rabia que le genera toda esta situación. No se puede aguantar las lágrimas y posiciono su cabeza en el hueco de mi cuello. Me parte el alma verlo así de destrozado, así de vulnerable. Lo peor de todo es que lo conozco, y sé que ahora estará pensando que todo es su culpa.

-No es tu culpa... -susurro en su oreja una y otra vez. Lo único que consigo es que amplifique sus sollozos, ahogando mis palabras. Aparto la vista del pelirrojo que tengo entre mis brazos y cierro los ojos, porque si lo miro un segundo más me echaré a llorar con él.

Tienes que ser fuerte. Tienes que resistir. Tienes que mantenerte firme.

Esas son las palabras que me repite mi cabeza una y otra vez. Abro los ojos y estos conectan con un abismo color miel. Nos miramos. A pesar de que estuviera enfadado conmigo, no ha dudado en ayudarme. Aunque eso nos haya costado la victoria, a él no le ha importado. Me a puesto a mí por encima de la gloria, me a puesto como una prioridad.

No necesito palabras, solo necesito esta mirada para decirle todo. Le digo que siento haberme olvidado de nuestro encuentro, siento haberlo decepcionado, siento que por mí haya sacrificicado el triunfo. Y le doy las gracias, por todo. No me aguanto, estiró la mano y cojo la suya. Al principio no pasa nada, un segundo después noto que su mano aprieta la mía y que su pulgar hace pequeños círculos en mi piel.

Me relajo ante su tacto. Me derrito cuando de sus labios sale una pequeña sonrisa.

No sé cuánto tiempo pasa, pero la multitud ya se ha dispersado y Ninat ya ha empezado a hablar.

-¡Felicidades a nuestros ganadores! Le pido al equipo rosa que se suba al tercer puesto, al equipo rojo que se suba al segundo puesto y a los ganadores del día, el equipo turquesa que se suban a la cima del podium.

Nuestros pies nos obligan a subir al podium y recibir con una sonrisa triste las medallas del segundo puesto. Por una cara está el número dos, por la otra está el nombre de cada uno y una pequeña bandera roja. Las tenemos puestas hasta que todos los equipos se bajan del podium, luego nos las quitamos. Porque llevarlas es el recuerdo de la derrota, de la humillación, del fracaso.

Después, Ninat se pone a decir en qué puesto han quedado el resto de los equipos y cuántas banderas han capturada. Nosotros nos alejamos de la gente, no queremos saber nada más de ese torneo.

Mi verdadero yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora