12. Lo que trae la lluvia.

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La lluvia sigue cayendo, cada vez más fuerte. Los truenos son cada vez más escandalosos. Y no tengo lo único que me hace sentir segura, mi daga. La deberé haber olvidado en el lago. La ansiedad lleva en la cama conmigo toda la noche, me cuesta respirar, me muerdo las uñas. No puedo pensar con claridad, lo único que ve mi mente es mi daga, tirada en algún rincón del claro. Intento calmarme, respiro, pero no funciona.

Las tormentas siempre me han dado miedo, creo que el trauma empezó cuando era pequeña. Hubo una época en la que habían tormentas muy seguido y no podía encontrar una casa con un techo decente. Me tiraba todas las noches acurrucada en un rincón cualquiera de una casa sin protección. Los recuerdos asaltan mi mente. Lo único que me saca de la desesperación que siento ahora, es que  han tocado a mi puerta. Cojo el arco y lo cargo. Necesito ser fuerte.

Es muy probable que haya un asesino trás la puerta, si no, ¿por qué alguien vendría con este tiempo? Me armo de valor y abro la puerta, con el arco tensado. Lo que encuentro detrás me confunde. Está Jake, empapado de pies a cabeza.

-Toma, se te había olvidado -me tiende una daga, mi daga. Cuando la veo, puedo volver a respirar con tranquilidad. El arco cae al suelo, no me importa. Agarro la daga como si fuera lo último que me queda en el mundo. La pego a mi pecho, asegurando que no se vaya, que no la vuelva a perder.

-Gracias -digo en un susurro, todavía mirando la daga. Inconscientemente se me cae una lágrima, expulsando toda la preocupación y el miedo que tenía acumulado en el cuerpo. La limpio nada más sale.

-Kiara, ¿estás bien? -pregunta el elfo, que me observa con preocupación.

-Si, si, no es nada.

-¿Quieres que me vaya?  -dice.

-¡No! -rectifico, a sonado muy desesperado. -Digo, ya que has venido aquí con la tormenta y todo, no voy a hacer que te vayas. Pasa. -el sonrie y entra a la habitación.

-¿Te importa si me ducho? Te voy a mojar todo si no.

-El baño es ese -señalo. -Coge lo que necesites. -el me dedica una sonrisa y se dirige al baño.

Yo me siento en la cama y escondo debajo de esta el libro y la escama. Luego, cruzo las piernas y me pongo a darle vueltas a la daga. Hago pequeños trucos con ella para calmarme. No sé qué hubiera pasado si Jake no la hubiese traído. Empiezo a oír el agua caer en la ducha.

Recuerdo que he dejado tirado el arco con la flecha, voy a cogerlo y ponerlo bien. Vuelvo a mi cama y Jake sale del baño. Está vestido con la misma ropa de antes.

-¿Seguro que estás bien con esa ropa? -pregunto.

-Sí, no te preocupes, es cuero, se seca fácil. ¿Me puedo sentar? -dixe señalando la cama. Yo asiento y lo sigo con la mirada mientras se situa apenas a medio metro de mí. Sus ojos recorren la habitación y se paran cuando ve mi arco.

-¿Cuando lo has conseguido?

-Hace apenas unos días. Con los gemelos -me levanto de la cama, cojo el arco y se lo pongo en las manos. Él recorre con un dedo la madera. Lo mira asombrado.

-Es precioso -dice. Me saca una sonrisa, estoy muy contenta de que el arco me haya escogido. -¿Estás nerviosa por las pruebas? Queda menos de dos meses.

-Bueno... A ver, creo que si sigo practicando mucho conseguiré pasarlas, estoy totalmente determinada a hacerlo. Pero siempre está la posibilidad de que no lo haga. -¿Has pensado qué harás si no las superas?

-No, aunque no se qué haría. Si no las supero es lógico que no podré sobrevivir en el bosque yo sola. Además, tampoco puedo volver a la aldea, no me dejarán pasar lo que hice -respiro y hago una pequeña pausa. -En resumen, si no consigo quedarme, será mi fin.

Mi verdadero yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora