15 - Cadencia

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Hay mucha música en Kaveh. Algunos días se manifiesta más que otros. Esos días, desde antes del amanecer, una melodía se apodera de su cuerpo y no lo suelta. Todo lo que haga tendrá los matices de esa canción. Con el ritmo de trabajo tan loco que lleva actualmente, de repente olvida ciertas cosas, pero la música siempre ha sido parte de su ser.

Desde pequeño aprendió que el arte no se limita a una sola manifestación. Claro, unos se desarrollan en un área, otros en otra, pero al final, todas sus formas están conectadas y el verdadero artista experimenta la inspiración a través de cualquiera de estas tantas vías.

Se atreve a admitir que su sensibilidad emocional no es más que una extensión de la manera extrema en que perciben sus sentidos. Por eso la apreciación de la belleza es tan importante para él. Es su forma de comunicarse con aquello que no puede ver pero que sabe que está allí.

Y la música es la más sublime manera de comunicarse. Desde niño le apasiona, tanto que pensó que ese sería su camino aunque jugara con bloques y coqueteara con la arquitectura, quizá por la influencia de su madre. Aprendió a tocar un instrumento a temprana edad, pero no siguió profundizando porque era el turno de descubrir otros talentos.

Sus dutares no están acumulando polvo en una esquina porque Kaveh los limpia religiosamente, pero cada vez que los toca, lo invade la nostalgia de tiempos mejores, en los que tenía la libertad de entregarse a un arrebato artístico y dedicar días a tocar, improvisar e incluso componer algunas canciones.

Ha pasado años desde la última vez que cantó de verdad. Tararea a menudo mientras trabaja, limpia o cocina, pero no canta como tal. Nunca una canción completa o al menos parte de una, nunca con las letras. Ahora se da cuenta de que lo ha evitado inconscientemente, porque no lo ha hecho desde esos años felices en que su madre y él cantaban a duo mientras su padre trabajaba en casa.

Kaveh conoce muchas canciones. Incluso unas cuantas que pertenecen a otras regiones y en otros idiomas. Se le facilita memorizar las letras, aunque normalmente lo que le atrae primero es la melodía. Y si le gusta demasiado, se queda fijada en su mente y se repite hasta el cansancio.

Nueva vez se encuentra cooperando con Nilou y su teatro, así que Kaveh se ha visto atrapado en ensayos y escuchando nueva música. Bueno, no toda es nueva. Algunas piezas son arreglos de canciones tradicionales que para él habían quedado sepultadas en el olvido. Canciones que escuchaba su madre y que cantaba a todo pulmón. Canciones que él aprendió.

Hay una en particular que su madre no paraba de cantar. Kaveh la sorprendió varias veces sosteniendo una escoba como micrófono o como compañero de baile. No bailaba con su padre porque, según ella, tenía dos pies izquierdos.

Tiene miedo de intentarlo y abrir ese baúl de recuerdos. Pero el tarareo se va convirtiendo en una verdadera canción a medida que Kaveh pronuncia las letras. Le sorprende la rapidez con que acuden a él las palabras, como si fuera ayer la última vez que la cantó.

En vez de una escoba, lleva en su mano un plumero. Es cierto que con música se limpia mucho mejor. Los muebles quedan más relucientes y él se cansa menos, aunque invierta el doble de energía. Sus pies empiezan a moverse solos, invocando el poder de la memoria. Definitivamente algunas cosas nunca se olvidan, como el baile improvisado de su madre.

Se desliza y gira entregándose al ritmo. Recuerda que encerrado en el baño, le gustaba darle voz a todos los instrumentos, convirtiéndose en un hombre orquesta. De adulto le cuesta aunque no le preocupa que lo escuchen. Alhaitham vive aislado del mundo.

Da otra vuelta, cierra los ojos y cuando los abre, Alhaitham está frente a él con los brazos cruzados y esa expresión que guarda para cuando algo le divierte pero no quiere verse muy evidente. Kaveh siente ese frío en su estómago que le produce soñar que cae al vacío.

—Mierda.

Por la forma en que se curvan sus labios, adivina que debe tener los auriculares apagados.

—¿Por qué te detienes?

—¿No puedes entrar como una persona normal?

—Entré como una persona normal. Qué culpa tengo de que estés tan distraído— Alhaitham, el hombre de las respuestas. Siempre tiene dos o tres para llevar—. Tenía años sin escuchar esa canción.

—Vaya. Sabes lo que es una canción.

—Por supuesto, yo tenía una abuela a la que le gustaba cantar. Tu casa no era la única en la que se escuchaba música.

Kaveh recuerda. Antes no solo hablaban de números o letras, de filosofía o tecnología, también hablaban de música, de sus platos favoritos, de cómo era la vida en casa. Recuerda que esa canción era una de las favoritas de su abuela, por eso Alhaitham se la sabe hasta durmiendo.

—La tengo en mi reproductor —agrega Alhaitham como una confesión.

Él nunca habla de lo que escucha en su reproductor de música. Kaveh pasa por alto que Alhaitham no solo usa ese aparato para bloquear el ruido. También escucha música. Siempre le ha gustado.

Kaveh aprieta el plumero en su mano e intenta volver a la normalidad, en la cual quitaba el polvo de la mesa, el librero, las sillas. Quiere volver a la canción, pero se le cierra la garganta. Con Alhaitham ahí ya no le sale.

—Pon la canción —le dice Kaveh señalando la riñonera donde lleva su reproductor.

—Cántala tú.

Kaveh espera un poco. Luego extiende su mano hacia Alhaitham, quien la mira unos segundos antes de acercar la suya. Es la primera vez que acepta después de muchos intentos fallidos en aquellos años. Alhaitham nunca lo complació a pesar de que sabe bailar. Es algo que solo Kaveh sabe porque nadie nunca lo ha visto, ni siquiera él. Pero Alhaitham lo mencionó una vez y él no miente.

El por qué lo hace ahora es otro misterio que se suma a la larga lista. Tiempo al tiempo.

Sus manos encajan a la perfección y ninguno de los dos se mueve. Kaveh se acerca un poco más a Alhaitham, suficiente para escuchar un poco la canción en su auricular. Solo quiere saber por donde va. Desde ahí tararea y la melodía vuelve a invadirlo. Da el primer paso. Lo demás llega solo.

Alhaitham no tiene la soltura del artista, pero sí la técnica de quien aprende algo en serio. Su abuela le enseñó porque bailar es una habilidad social, aunque quizá lo olvidara por el tiempo o por falta de interés. Pero Alhaitham nunca olvida algo una vez lo aprende. Así que solo basta desempolvar ese rincón de su mente para retomarlo.

La mano de Alhaitham en su cintura le hace cosquillas al principio, luego se amolda sobre su figura como si perteneciera allí. La mano que sostiene contra la suya es un reflejo imperfecto, pero no por ello incompatible. Sus dedos tienen experiencia en el arte de entrelazarse y sostener conversaciones silentes. Se han dicho más palma a palma que boca a boca. O al menos han sido más sinceros.

Kaveh da un paso y Alhaitham lo sigue con facilidad. Se gira y recibe la respuesta indicada. Lo mira directo a los ojos y encuentra la misma intensidad. Esto es un espejo, piensa. Esto es complemento. Esto es sentirse en casa.

Confía en la música y deja de pensar, decía su madre mientras le enseñaba a bailar. Ella es la única guía que necesitas. A él no le cuesta desconectar la mente, a él no le cuesta entregarse a otros brazos, pero ¿pueden esos otros brazos dejar de pensar? Kaveh apoya su frente contra la de Alhaitham cuando empieza la parte instrumental de la canción, puede seguir tarareando o entregarle el control a Alhaitham. Después de todo, es el único que está escuchando la canción.

El ritmo acelera y los obliga a moverse más rápido. En esta parte su madre daba vueltas y vueltas hasta que ambos terminaban mareados y muertos de risa. Kaveh siente las vueltas, pero también la firmeza de unas manos que no lo van a soltar.

Baja la intensidad, regresan las letras y Kaveh canta hasta que llega el final. No quiere que termine, no quiere despertar. No quiere deshacerse de esa sensación de plenitud que tenía años sin experimentar.

—Es un placer bailar con mi sénior —susurra Alhaitham tan cerca que puede sentir su aliento rozar sus labios.

—¿Me concede otra pieza, mi júnior? —pregunta Kaveh con una sonrisa.

No. Esto no tiene por qué terminar.

***

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⏰ Última actualización: Aug 18 ⏰

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A puertas cerradas [one-shots, kavetham]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora