9 - Matar el tiempo

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Kaveh es testarudo. Es un mal que no va a negar. Sobre todo después de meterse en un lío por su propia boca. Porque no hay más culpable que él y su necesidad de competir con Alhaitham en cada momento. Tantos años repitiendo los mismos errores ya le convierten en estúpido más que en imprudente. Si no aprendió en la Akademiya que las peores decisiones de su vida las ha tomado haciendo una apuesta con Alhaitham, tal vez nunca lo va a aprender.

Por eso está encerrado en casa con Alhaitham a su lado mirando el techo. Literalmente. Están mirando el techo.

Y afuera hace un día precioso, soleado, con clima agradable, ni frío ni calor, porcentaje de humedad favorable para su cabellera rubia, hasta para los poros de su piel. Para coronar su desgracia, es el primer día de las vacaciones que tomaron colectivamente en un momento que no recuerda (otra de sus locas decisiones). Es precisamente esa la causa de que ambos estén tirados en el piso de la sala.

—Apuesto a que no puedes pasar un día sin hacer nada.

Y claro, Kaveh tenía que aceptar la apuesta. Peor aun, tiene que mantener la apuesta viva y con ello la obsesiva decisión de ganar. Porque ante Alhaitham no dará su brazo a torcer aunque esté a punto de entablar una conversación con la araña que acaba de ver en una esquina. Esa maldita es la que se encarga de tejer toda la semana y le guarda una hermosa tela a Kaveh para cuando llega su día de limpieza.

¿Qué diría la araña de esto?

—¿Estás aburrido?

A veces es bueno tener a una persona que puede leer tus pensamientos. En la actual circunstancia es una desgracia. Kaveh le echa un vistazo a Alhaitham y ahí está esa pseudosonrisa que se traduce como "soy el puto amo del universo y nadie lo cambiará". Todo porque Kaveh desperdicia un día hermoso entre cuatro paredes y su rostro es incapaz de guardar su secreto.

—Para nada.

—No sé... no me convences.

Algunas conversaciones son mejores en la cabeza. A solas con la almohada, en un escenario imaginario, de esos que se inventan antes de ir a dormir. Bueno, de esos a los que recurren las personas como Kaveh. Duda mucho que Alhaitham se ponga a crear escenas en su cabeza antes de dormir. El hombre no tiene una gota de creatividad en su ser.

Pues bien, esas conversaciones son muy buenas cuando están bajo el control de la propia imaginación, donde puedes manejar a tu antojo lo que dices y lo que dice la otra persona. Pero la realidad no funciona así, sobre todo cuando esa realidad incluye a una persona llamada Alhaitham, que no se comporta como una persona, sino como un cretino. Y cuya única diversión es tener argumentos sin fin hasta agotar a su presa y marearlo con semántica. Sí, la semántica es el arma letal de los Haravatat. Luce inofensiva, pero puede destruir al enemigo en el momento menos esperado. La paciencia es su táctica. No falla.

Todo empezó con la llegada de las vacaciones colectivas de la Akademiya. Finalizaban las clases. Alhaitham también había pedido días libres. Kaveh programó sus proyectos para que culminaran en esos días. En una arranque de euforia colectiva, planificaron irse de viaje juntos, ya fuera a Liyue o a Inazuma. Fue una de sus tantas conversaciones inconclusas.

Faltando dos días para que iniciaran las ansiadas vacaciones, tuvo lugar otra conversación en el lugar de las charlas profundas: el fregadero.

—¿Cuáles son tus vacaciones perfectas? —preguntó Kaveh más risueño que el príncipe de un cuento con final feliz.

—Quedarme en casa a ponerme al día con mi lista de lectura.

—No estás hablando en serio.

Kaveh soltó todo para entregarse en cuerpo y alma a ese debate.

A puertas cerradas [one-shots, kavetham]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora