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Título: “Una nota en el jardín”.

Habían pasado algunos días, todo marchaba muy bien en la casa y en la escuela secundaria. No había vuelto a abrir el diario, cada vez que lo miraba sentía escalofríos recorriendo mi cuerpo. Hoy es sábado y he decidido arreglar el jardín en compañía de mi madre y mis nuevas amigas. Ellas dos vendrán a quedarse esta noche, decidimos hacer una pijamada y así culminar los detalles de nuestro informe sobre la leyenda del pueblo.

—¡Lara tráeme los tulipanes!. —Me gritó mi madre desde el jardín ya que yo estaba en la cocina bebiendo agua.

—¡Voy!. —Grité y segundos después le lleve los tulipanes para sembrarlos en nuestro jardín.

Ya la casa comenzaba a verse más decente y hermosa. Oslo era el único que al parecer se sentía inquieto, pues toda la mañana ha estado ladrando y gruñendo a la tierra. Mi compañero canino es algo loco.

Unas cuantas horas después, Gina e Isabel han llegado a mi casa pero ambas están actuando raro.

—¿Ocurre algo?. —Les pregunto mientras caminamos hacia el jardín el cual ya casi está completamente arreglado y limpio.

—La verdad sí. —Contestó Gina quien tenía una mirada atemorizada.

—Tu casa es la casa de la leyenda del silenciador de flores, Lara. —Comentó Isabel.

Las miré y no pude evitar reír, fue muy chistoso.

—Que gran broma. —Dije.

—No es una broma Lara, aquí vivió él... ¿Por qué crees qué nadie nunca compró esta casa?. —Dijo Gina quien comenzaba a ponerme los pelos de punta gracias a su mirada de horror.

—No lo sé... —Fue lo único que atiné a decir, ahora que lo analizaba, Gina tenía toda la razón al igual que Isabel.

Esta es sin duda la casa de la leyenda... sino, ¿por qué encontré el diario?.

—Quiero pensar que todo es mentira respecto a la leyenda. —Susurró Isabel quien se fue caminando hacia las viejas flores y se sentó frente a ellas.

Gina y yo la seguimos, una vez estuvimos ahí sentadas y en total silencio me puse a analizar todo lo que me había sucedido... La ducha de sangre, el diario y la comezón peculiar en mi piel... Mi apellido tiene que ver con las flores... Quizás yo sea la próxima víctima del silenciador de flores o quizás, simplemente estoy siendo paranoica...

—¿Qué es eso?. —Preguntó Isabel quien señaló hacia una pequeña lápida oculta entre las flores viejas y marchitas que aún no se han quitado del jardín.

La chica gótica acercó su mano hacia la lápida e intentó moverla pero lo que sucedió fue que se cortó su palma izquierda. Ella soltó una pequeña queja pero sus ojos brillaron al observar la sangre oscura que salía de la herida. Isabel estaba vacilando cada gota que caía al césped gris sucio...

—¡Dios Isa!, ¿te duele mucho?. —Chilló Gina al ver la herida de Isabel.

Yo me quedé observando el pedazo de papel gastado que se asomaba entre la lápida pequeña y la tierra. Quise hacer lo mismo de guiar mi mano hacia él pero simplemente preferí ir con mis amigas al interior de la casa.

El silenciador de flores Donde viven las historias. Descúbrelo ahora