El silenciador de flores

Vl

Título: “El chico enigmático”.

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Durante toda la noche estuve inquieta, asustada y ansiosa porque amaneciera pero, cada hora, cada minuto y segundo pasaba con una lentitud abismal como si la diosa de la noche deseara que mi tortura durara más.

Quería llorar y huir a la habitación de mis padres... ¡Cierto!, padre no está solo se encuentra mamá. Los adultos siempre actúan pero no analizan y después de lo sucedido andan arrepentidos por perder a su hijo.

Vivir en un castillo de mentiras fue prácticamente mi vida; frente a todos familia perfecta y en soledad completa violencia pero a la vez protección... Mi familia era tóxica, padre controlador, madre depresiva y yo, la hija con confusión hacia cada uno de sus progenitores.

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Sentí sueño y caí rendida en mi almohada celeste, el diario se deslizó al suelo porque escuché el ruido de la caída.

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Pov' Desconocido.

Caminar tranquilamente por los jardines era mi pasatiempo favorito puesto a que no podía salir como si nada y asesinar pero toda mi monótona rutina fue cambiada gracias a ella...

Rosita; le puse ese apodo gracias a su cabello rojo oscuro similar a las rosas y a la sangre. Es muy hermosa, depresiva e inteligente. Perfecta para alguien como yo.

Sonreí al ver como se dormía plácidamente, aún no le permitía observarme. No deseo que me tenga miedo o que mi persona le dé gracia; pues ya me trata como si fuera el villano de una película de fantasía muy de moda pero si me ve observándola dormir quizás me llame “Edward Cullen”... ¿Desde cuándo me importa lo qué piense una chica?, ¡cierto!, desde que esa chica es ella.

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Pov' Lara.

Abrí mis ojos; ocho de la mañana marcó el reloj de mi celular. Iba tarde a clases, mierda. Rápidamente me levanté y corrí hacia el baño, mi madre había dejado una nota en el espejo del lavamanos.

“El desayuno está abajo en el microondas, tuve que salir temprano porque conseguí una entrevista de trabajo. Te quiero y no llegues tarde a clases”.

—Lo siento mamá, ya soy pecadora. —Dije con una leve sonrisa antes de doblar la carta y dedicarme a mi aseo personal.

Los minutos pasaron y ya me encontraba corriendo hacia la escuela, sí estoy corriendo porque a las nueve tengo mi turno con mi profesora favorita y no quiero llegar tarde. Sus clases son interesantes.

De repente choqué y caí al suelo. Al levantar la mirada encontré una mirada escalofriante y vacía, piel pálida y cabellos negros ¿pero qué era lo llamativo de él?. Pues su cínica sonrisa que demostraba la maldad de un chico jóven. Todo en él hasta su misteriosa vestimenta gritaba enigma.  ¿Pero qué tipo de enigma es?.

—Disculpe, no le ví. —Dijo él con un acento peculiar mientras me extendía su mano, dudé unos minutos en aceptar pero al final lo hice. Y su tacto era gélido igual que su penetrante mirada. Ni hablar de su vocabulario de ensueño, hoy por hoy conoces a un chico y solo dicen groserías pero él al parecer es la excepción de la regla.