La oscuridad envolvía a Noa de manera opresiva. Se preguntaba cómo había llegado a ese lugar, si momentos antes estaba cayendo por un precipicio. ¿Acaso había muerto? Esa era la pregunta que rondaba su mente mientras descendía por aquel manto de tinieblas. Estaba confundido y asustado, sin entender lo que había sucedido. Su preocupación aumentaba al no ver a la chica de cabello plateado que siempre lo acompañaba. Con cada minuto que pasaba, la frustración crecía, pues no encontraba nada más allá de lo que sus ojos podían percibir.
De pronto, una gran luz iluminó todo a su alrededor, revelando el lugar en el que se encontraba. Noa miró rápidamente a su alrededor: aguas cristalinas y nubes gigantes iluminadas por una luz cálida. Sin comprender del todo, se sentó para observar el entorno. La tranquilidad reinaba, con un viento suave que acariciaba su piel. El horizonte no era más que un reflejo de las nubes sobre las aguas cristalinas.
"¿Dónde estoy...?", susurró con tristeza, mirando al cielo. Sentía que había fallado en su misión, que todo había terminado, y que sus esfuerzos habían sido en vano.
De repente, el mundo a su alrededor comenzó a desmoronarse, como si estuviera hecho de cristal. Noa, alterado por lo que estaba ocurriendo, intentó correr, pero fue inútil. En cuestión de segundos, todo se quebró. Cuando abrió los ojos nuevamente, sintió que algo lo alzaba desde debajo de él. Antes de poder reaccionar, unas manos suaves y delicadas lo levantaron de lo que parecía ser la nada. Al alzar la mirada, se encontró con los ojos de una deidad. La diosa estaba frente a él, mirándolo y sosteniéndolo como si fuera un cachorro. El sentimiento que lo envolvió era indescriptible, incapaz de pronunciar palabra, sus ojos comenzaron a llorar, aunque no sentía tristeza.
—D-diosa... ¿acaso he fallado? —preguntó cabizbajo y desanimado—. Si es así, no merezco sus palabras... —Era evidente que se sentía acabado, triste, desolado.
La mujer de ojos celestes lo observaba con dulzura. Le sonrió antes de hablar.
—No has fallado, Noa. Si te he traído a este lugar es para advertirte... y disculparme contigo —dijo la diosa, mirándolo fijamente. Pero en la mente de Noa crecía la duda. ¿Por qué una deidad se disculparía con él? ¿Acaso un ser tan perfecto podía cometer errores? A pesar de la confusión, permaneció en silencio.
—Verás, pequeño... debo admitir que no confié del todo en ti, y ese fue mi error. Por ello, decidí enviar a otras seis almas humanas a ese mundo. Pero me di cuenta de que sus corazones se volverían oscuros y malvados. Por eso te necesito para una nueva tarea, además de la que ya te había encomendado —la diosa hablaba con un tono de arrepentimiento y un dejo de vergüenza en sus palabras.
—C-claro, mi diosa, cumpliré con todo lo que me pida. ¿Qué desea que haga con ellos? ¿Dónde los encuentro? —preguntó Noa, todavía en las manos de la diosa, tratando de mantener una postura tranquila, aunque por dentro sentía un nerviosismo abrumador.
—Me alegra oír eso —dijo la diosa—. Las almas que envié a ese mundo serán corrompidas por el egoísmo, y por eso... necesito que las elimines. —Sus palabras se entrecortaban, como si lamentara lo que estaba a punto de decir—. Quiero que asesines a esos humanos. —Terminó de hablar apartando la mirada de Noa.
Las palabras de la diosa resonaron en la mente del joven, como si su propia madre le pidiera que matara a sus hermanos. Al principio, Noa dudó y cuestionó en silencio a la deidad, pero al ver el arrepentimiento y la culpa en sus ojos, tomó la decisión de obedecer a la mujer frente a él.
—Lo haré. Si es necesario... cumpliré su voluntad. —Dijo con determinación en la mirada.
Al escuchar eso, la diosa le dedicó una hermosa sonrisa antes de sentarlo en su regazo. Ante ella, Noa no era más que un pequeño cachorro. Después de acomodarlo, comenzó a explicarle lo que debía hacer con las seis almas que llegaron de su mundo. Primero, debería intentar convencerlos de redimirse. Si eso no funcionaba, tendría que matarlos sin piedad. Luego, su misión sería reparar el daño causado por esas almas. La diosa le advirtió que no sería una tarea sencilla, ya que esos humanos poseerían habilidades fuera de lo común, lo que complicaría tanto su redención como su asesinato.
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Otra Vida, Otro Mundo: La Leyenda de un Otaku
MaceraEn un multiverso donde todos los mundos y tiempos están conectados por las ramas del mítico Árbol del Origen, la paz ha sido destruida por la corrupción de los dioses, conocidos ahora como los Caídos. En medio de este caos, un joven que anhelaba esc...