Después de leer esa carta, la pobre niña de aproximadamente 4 años se sentó en el piso y abrazo sus rodillas para posteriormente comenzar a llorar, no podía creer que todo este estuviese pasando. Era algo que ni en sus más horribles pesadillas creyó que pasaría.
Comenzaron a escucharse pasos acercándose, hasta parar en donde estaba la niña. Esa persona se sentó junto de la chica y la abrazo fuertemente.
-Samary por favor no llores, no me gusta verte así- La persona que la abrazo era un chico, su cabello era de un color negro y portaba unos cuantos tatuajes en el cuello.
Samary no paraba de llorar, dejo de abrazar sus piernas para sujetarse con fuerza al cuerpo del chico.
El chico hablo nuevamente -Yo sé que te duele mucho esto, créeme que yo igual siento lo mismo que tú. Pero tenemos que salir adelante, tenemos que cumplir lo que tu padre pidió, así que ya no llores más-
Luego de decir aquello, se escucharon otros pasos, estos siendo más rápidos. El chico de cabello negro volteo su mirada en donde se escuchaban los pasos, ahí vio a una niña acercándose.
Esta chica compartía algunos aspectos que Samary, por lo que se podía intuir que ambas eran hermanas.
Al llegar, la niña se acercó al chico y lo abrazo -Tito Kevin, ¿Por qué le paso eso a papá? ¿Qué hizo para que le ocurriera eso?
Kevin solo le acaricio el cabello a la niña y con voz calmada comenzó a hablar -Emi, tu papa jamás hizo nada malo, pero el destino quiso llevárselo antes de tiempo, el no tuvo elección-
Emi lo único que hizo al escuchar eso fue aferrarse a Kevin y llorar en su hombro.
Y así, en medio de un día nubloso, Kevin abrazo a las pequeñas y las consoló hasta que se quedaron dormidas.
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