Orm levantó la mirada cuando la campana sobre la puerta tintineó y sonrió cálidamente a su abuela.
"Buenos días, Nana, ¿Cómo estuvo tu paseo?"
"Oh, hace un día hermoso allá afuera, Orm". Anong rodeó el mostrador y arrojó su bolso en el estante inferior, apartando a Orm de su camino.
"Te dije que sacaría esto esta mañana". Orm había estado colocando precios en las comidas liofilizadas (Proceso en el que se congela el producto y posteriormente se introduce en una cámara de vacío para realizar la separación del agua por sublimación, es utilizado principalmente en la industria alimentaria para conservación de los alimentos) que mantenían en stock para los mochileros que abundaban en las montañas en verano.
Permitió que Nana se hiciera cargo y fue a buscar para sí misma un latte de la máquina de café expreso. Con orgullo tocó un lado de la máquina, limpiando una mancha con su pulgar. Esto había sido lo primero que había añadido cuando compró la tienda el otoño pasado. El café era una de las pocas cosas que extrañaba de Bangkok.
"¿Quieres uno?" preguntó ella. "No, gracias. Acabo de tomar jugo. Oh, Orm, conocí esta mañana a la mujer más interesante". dijo Nana.
"¿Cuándo?" preguntó Orm distraídamente cuando apretó el botón que calentaba la leche al vapor.
"En el sendero, junto al lago". explicó Nana. "Una artista. Miré su trabajo, aunque estoy segura que no supo que la estaba espiando".
¿Espiándola?, ¿Por qué?" Preguntó intrigada.
"Bueno, no quería molestarla. Tenía una gran libreta y un puñado de tizas de colores y sus manos volaban sobre el papel". Anong suspiró profundamente. "Quería pedirle que me lo enseñara, pero una vez que ella se puso de pie, me acobardé".
"¿Qué quieres decir?" Orm tomó un sorbo de su café y sonrió satisfecha. Nada como un buen café.
"Bueno, ella era...imponente. Más alta que la mayoría de las mujeres. Aunque más baja que tú. Y sus ojos. Oh, Orm, tienen el brillo más bonito y extraño que jamás haya visto. Parecía mirar a través de ti".
"¿Cómo se llama?"
Nana levantó su mirada y frunció el ceño. "Ling Kwong. ¿Has oído hablar de ella?"
"¿Ling Kwong? No estoy segura ¿No había un artículo sobre ella en Unique Magazine a principios de este año?"
"No lo recuerdo. Sabes que realmente nunca leo esos artículos". dijo ella y sonrió tímidamente. "Simplemente disfruto las imágenes". Orm también sonrió.
"Tú y yo. Así que ¿Está aquí pintando?"
"Supongo. Alquiló el lugar de los Thongsi hasta octubre. Estaba casi segura que los Thongsi sólo iban a estar fuera una semana o algo así. Al menos, eso fue lo que escuché ¿Me pregunto si están teniendo problemas?" Divagó ella. Luego volvió a mirar a Orm. "En fin, le dije que pasara por aquí. Es un poco mayor que tú y le dije que no tenías ningún amigo aquí de tu edad".
"¡Nana!"
"Bueno, no los tienes. Sigues diciendo que no tienes nada en común con la gente de aquí."
"Estoy segura que tampoco tengo nada en común con una artista".
"Eres diseñadora de anuncios. Eso es arte". dijo Nana enfáticamente.
"No creo que lo que hago para la firma de mercadotecnia se le pueda llamar arte, Nana".
"Bueno, de todos modos ella no era tan amable. Puede que ni siquiera pase por aquí". Orm negó con su cabeza y tomó un sorbo de su café. Era cierto. Había hecho pocos amigos desde que se había mudado aquí. La mayoría de los lugareños eran mayores y los que estaban cercanos a su edad estaban casados y tenían niños pequeños y ciertamente no tenía nada en común con ellos. Hasta ahora, se había contentado con tener a Nana como su única amiga.
ESTÁS LEYENDO
La luna de Ling
Любовные романыOrm Sethratanapong no estaba preparada para el matrimonio, así que dejó atrás Bangkok y a Jakarin para vivir con su abuela en las montañas de Koh Samui, una isla ubicada en el golfo de Tailandia, con la esperanza de averiguar lo que le faltaba a su...